tancia materna tienen menos tendencia a sufrir sobrepeso u obesidad, son menos propensos a sufrir
diabetes de tipo 2 y obtienen mejores resultados en las pruebas de
inteligencia. “No hay establecido
un límite para finalizar la lactancia.
La OMS y diversas sociedades
científicas aconsejan mantener la
lactancia materna exclusiva hasta
los 6 meses y, después, hasta mínimo los 24 meses. A partir de ahí,
hasta que madre e hijo deseen”,
apunta Silvia Gutiérrez, quien nos
explica que “los bebés amamantados aprenden a regular la cantidad que comen en función de sus
necesidades, lo que les protege
frente a la obesidad”. Destaca
también el Baby Led Weaning o
alimentación complementaria regulada por el bebé, como una forma de alimentación alternativa a
la tradicional con papillas que presenta ventajas como que “el bebé
come a su ritmo y es él mismo el
pero nada saludable, como las galletas. “Un sello así pretende asociar un producto a la salud y con ello se pretende dar un mensaje al consumidor, un mensaje que pretende confundirlo. ¿Qué pasa cuando el consumidor medio
que, por definición, aunque considere otro conjunto de
factores como precio y palatabilidad, quiere escoger un
producto sano para el desayuno o merienda de sus hijos?
Tiene opciones que sabe que son saludables, como la fruta. También tiene opciones como las galletas o la bollería.
Un consumidor informado sabrá que la galleta no es una
opción saludable y un consumidor medio (yo mismo lo he
pensado años) pensará que la galleta es menos saludable
que una manzana pero que no está mal, que es lo que la
industria nos ha vendido durante años, ‘que es compatible con una dieta saludable’”, nos explica el abogado.
Si en el contexto que nos plantea Francisco José Ojuelos
añadimos el sello de la AEP, nutricionalmente su perfil es
idéntico pero ¿qué pensaría el consumidor medio? “Posiblemente, que la manzana es una opción saludable, pero
quizá también que la galleta ‘con sello’ lo es, dado que los
pediatras, los médicos encargados de los niños, han puesto su sello. Se explota la confianza. Y seguro que piensa
que la galleta con sello es mejor que la galleta sin sello.
Está siendo, en tal caso, confundido”. Lo mismo pasa con
el “bollicao” con hierro. “Aquí entra en juego el asunto de
los perfiles nutricionales: la industria ha conseguido paralizarlos siete años y ahora, con la triste participación de los
parlamentarios europeos españoles de PP y PSOE, pretende cargárselos para poder poner en un alimento insano
una “cualidad” positiva con un claro interés: presentarlo
que regula qué alimentos y qué
cantidad de cada uno debe comer
según va adquiriendo habilidades,
y, por tanto, nunca se le fuerza a
comer por encima de su apetencia”. Además, la nutricionista valora que, desde muy pequeño, “el
bebé aprende a regular su sensación de saciedad o hambre y a no
comer por encima de sus necesidades”. Eso sí, de nada servirá
todo esto si no le ofrecemos alimentos saludables. ■
como sano. Todo el asunto de los avales tiene ya un espaldarazo legal definitivo, que ha venido de la mano del Consejo General de Colegios de Médicos. La Organización Médica Colegial ha definido ya estas conductas como
contrarias a sus normas deontológicas, lo que es, resumidamente, lo mismo que condenarlas a la ilegalidad”.
Salud pública VS publicidad
Siguiendo el hilo de los sellos y de los mensajes equivocados sobre productos superfluos, tampoco podemos obviar
la gran cantidad de anuncios publicitarios de alimentos
para niños al pie de los cuales aparece una recomendación
de ingesta de verduras y frutas así como de ejercicio. “La
industria es hábil. Utilizan una obligación legal, como la del
artículo 10.2.a del Reglamento 1924/2006 (que solo permite las declaraciones de propiedades saludables si se incluye
-en el etiquetado o la publicidad- una declaración en la que
se indique la importancia de una dieta variada y equilibrada
y un estilo de vida saludable) para presentarse como promotores de la salud pública”, nos advierte Ojuelos.
Pero “dicha estrategia no es eficaz si no se acompaña de
un cumplimiento del artículo 4 del mismo reglamento, que
ahora quieren derogar tras siete años sin aplicarlo mediante
un truco como es el no establecimiento de los perfiles nutricionales por parte de la Comisión Europea. Si se permite que
un alimento que en su conjunto no es saludable se haga una
declaración nutricional o de propiedades saludables se estará engañando al consumidor con la colaboración de la Administración, que primero ha identificado el problema y luego
se ha retractado en perjuicio de los consumidores”. ■
JULIO 2016 •
mama
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