[ SALUD ]
de no informar sobre un procedimiento a realizar que
incumbe a la mujer como, por ejemplo, conducir médicamente un parto que aún no se ha iniciado sin motivo para ello con rotura de la bolsa (sin informar de
los pros y contras o sin pedir consentimiento para su
realización); realizar un tacto vaginal sin presentarse
o sin avisar ni pedir permiso; o no tener en cuenta
los deseos de la mujer en su plan
de parto”. Todas ellas, situaciones que a menudo se viven como
naturales porque se han ‘normalizado’ pero que, sin duda alguna,
atentan contra el derecho de toda
mujer a ser respetada y escuchada en el trascurso de este proceso fisiológico.
si podremos hacerlo, porque todo esto no se anota
en los historiales clínicos”, añade Fernández Guillen.
Nuestro sistema es además heredero de un modelo
profundamente paternalista. Como apunta el matrón
Jorge Romero, “venimos de una sociedad tradicionalmente patriarcal y el hospital no escapa de esas actitudes. Desde que se traslada el parto
del hogar al hospital hace más de
40 años, el médico toma el control
del cuidado del embarazo y parto
de una manera paternalista y sobreprotectora desde su visión de una
medicina centrada en la enfermedad, no siendo conscientes de que
el parto es un proceso