[ CULTURETA ]
tamente procesos tales como el parto, la lactancia
o la composición alimentaria de la dieta familiar, a
partir de este momento comienzan a ser los hombres, en calidad de médicos y científicos, los que se
hacen cargo de todas estas materias, imponiendo un
criterio científico que se convierte en criterio público
cuando el Estado, constituido ya biopolíticamente,
comienza a considerar la salud de la población como
un elemento de vital trascendencia para su propia
subsistencia”.
Las madres tienen menos familia, menos redes de
apoyo y están más solas, pero a
cambio, el mercado ofrece a las
mujeres (“que, no olvidemos, por
primera vez dejan de ser exclusivamente madres”) la posibilidad
de integrarse en la red de capitales y de producción propia de las
sociedades capitalistas, “lo que les
ofrece unas garantías económicas
que antes no podían tener. Y así, el
papel que antes realizaba la familia
se delega ahora en dos figuras: el
maestro y el médico”.
tiese responsable de nuestros hijos. Que pudiésemos
contar con el tío o el vecino para que nos echara una
mano, que la señora del parque se preocupara de que
nuestro hijo no cruce la calle en rojo o que el cuñado
le quitara los mocos. Decía Karl Vonnegut que un marido, una esposa y algunos niños no son una familia,
son una unidad de supervivencia terriblemente frágil.
Y es verdad, necesitamos más gente”.
No tiene tan claro que sea factible hablar de la
soledad de las madres Paula Martos: “Entiendo que
muchas madres, principalmente las que se resisten al
nuevo modelo porque no forman
parte del mercado, y porque se resisten a la labor de normalización
que realizan las instituciones, se
sientan solas: se han quedado sin
lo uno y sin lo otro. Pero creo que
para las mujeres que sí han entrado en la rueda, las empresas y las
instituciones alivian la soledad que
deviene de la ruptura de los lazos
familiares”.
“A pr [