LUMEN
Edición #1 • Agosto 2014 • Página 59
sospechosos de oponerse políticamente, de tener puntos de vista contrastantes, independentistas,
autonomistas o de pertenecer a sociedades, en particular la masónica. El gobernador ejecutó un
reino de terror con la ayuda de la prensa local controlada por el gobierno, seguidores y jueces. El
24 de octubre de 1887, comenzó una sucesión de eventos causados por virtud de una orden dada
por el juez José García de Paredes, con la que se llevaron a cabo una serie de nuevos arrestos que
incluyó a Santiago R. Palmer, el Gran Maestro de la Gran Logia Soberana de Puerto Rico en
unión a otros masones de la isla, en particular del área oeste de la isla, Mayagüez, San Germán y
Cabo Rojo.50 Esta pesadilla para los masones arrestados y encarcelados en el Castillo de San
Felipe del Morro se extendió hasta el 8 de noviembre cuando el General Palacio fue separado de
su cargo por el gobierno central español y fue hasta casi fines de diciembre que los presos del
Morro fueron liberados. No cabe duda que los eventos causados por la administración del
General Palacio influyeron en la operación y el temor por su seguridad que tenían los masones en
la isla, en particular los miembros de la Gran Logia Soberana. Uno de los documentos de la logia
Segunda Constancia que hace plausible que los eventos que estaban ocurriendo llevaran a cerrar
la logia fueron las renu ncias que se fueron dando a lo largo del año. Ya para el mes de
septiembre de 1887 los temores no eran infundados, ya que habían ocurridos persecuciones y
arrestos antes del arresto de Santiago R. Palmer.
Fermín Parmenión Betances Torres, fue una columna sólida de su logia, ya que en menos
de un año fue de aprendiz masón hasta maestro masón, llegando a ocupar la importante silla de
secretario que es el que lleva a cabo todo el proceso administrativo de la logia. Tenía que saber
leer y escribir además de buena escritura. Creemos que al igual que Alfonso Betances, Fermín
Parmenión, aunque no lo encontramos señalado como rebelde, con el solo hecho de llevar el
apellido Betances, era suficiente causa para ser singularizado por las autoridades.
Lamentablemente no hemos podido localizar los datos sobre su defunción y vida privada después
de 1887.
50
Cruz Monclova, 1966,167-221