LUMEN
Edición #1 • Agosto 2014 • Página 33
Para lograr su objetivo, establecieron un plan de acción y lo ejecutaron de manera
expedita. Dicho plan tuvo dos vertientes. La primera fue obtener la aprobación del liderato de la
hasta entonces en receso GLSPR, no sólo para el traslado de sede (en consonancia con la
tendencia de la época de consolidar a San Juan como centro de poder del país), sino también para
generar una delegación de autoridad para reorganizar la institución con un nuevo equipo de
liderato. La manera como se logró dicha meta fue un tanto inusual y atropellada, dado que el
Gran Maestro en funciones, Rafael Arrillaga, estuvo prácticamente excluido del proceso. La
segunda vertiente del plan (la cual no está tan documentada como la primera) fue la integración a
la logia “San Juan Bautista” de un gran contingente de masones norteamericanos, ganándose así
la buena voluntad de la Gran Logia de Nueva York, la cual brindó su apoyo incondicional y
reconocimiento a la reestructurada GLSPR.
Uno de los más importantes hallazgos de esta investigación es el haber dado a la luz el rol
protagònico de la mayoría de los miembros de la logia “Palafox” y de otros masones de
obediencia española en el proceso de revivir la GLSPR y reafirmar sus reclamos jurisdiccionales.
A corto plazo, los que prestaron su ayuda a Palmer para reorganizar la GLSPR vieron
recompensado con creces su apoyo, ya que accedieron a las posiciones de mayor jerarquía en la
organización recién renovada. Con el correr de los años, figuras que ocuparon a finales del siglo
XIX puestos de liderato a nivel regional dentro de las obediencias españolas que operaban en
Puerto Rico llegaron a ser grandes maestros de la GLSPR (Armando Morales Rildón y Antonio
Cordero Fuertes). A tono con estos hallazgos, creemos que en algún momento debe generarse un
cuestionamiento crítico en torno a la tesis de Ayala sobre el rol de la logia “Palafox” como
“cabeza de playa” del GOE en Puerto Rico durante el periodo finisecular decimonònico.
Luego de haber evaluado el proceso a la luz del contexto en el que ocurrió y la nueva
evidencia que lo documenta, tenemos que concluir que el mismo resultó ser exitoso, dado que se
detuvo la amenaza de invasión al territorio por parte de obediencias estadounidenses, se dio
nueva vida a la GLSPR, y se posicionó a la obediencia puertorriqueña de manera efectiva para
prevalecer eventualmente sobre el GOE en el reclamo por la jurisdicción masónica de Puerto
Rico; en este último caso, “usando las cuñas del propio palo”.
Al final del camino, el gran ganador en esta historia fue Santiago R. Palmer, ya que pudo
dar continuidad al gran proyecto de su vida: una obediencia masónica puertorriqueña