LUMEN
Edición #1 • Agosto 2014 • Página 88
intercambios y entrevistas con ñáñigos, abakuás, babalawos, y otros practicantes de estas
religiones afrocubanas. Esta inmersión le permitió entender esa cultura, así como escribir Los
negros brujos, Los negros esclavos, y su obra máxima: Contrapunteo Cubano.
En el espíritu de Don Fernando abordamos esta sección, para discutir el tema del aporte
de las masonerías autóctonas a los procesos coloniales de Cuba y Puerto Rico. Más, para ello,
debemos comenzar por entender dos conceptos de primordial importancia: (1) la búsqueda del
mejor sendero de nuestro desarrollo colonial, y (2) la función de la masonería, como institución.
Analicemos el primero de estos dos conceptos en el ámbito histórico en que se circunscribe.
Desde comienzos del Siglo XIX, muchos cubanos y puertorriqueños ya sentían el
concepto de Patria como estas islas –sin dejar por eso de sentirse también súbditos españoles50.
Por ejemplo, el cubano Francisco de Arango y Parreño, en un reporte al gobierno colonial
durante la primera década de ese siglo, ya hablaba de Patria, y buscaba para ella el avance
económico, político y social -no necesariamente a través de la independencia política, aunque si
solicitando importantes reformas económicas y administrativas.
Porque en Cuba y en Puerto Rico, durante todo el Siglo XIX, los criollos exploraron
varias tendencias hacia el desarrollo -pues había más de una. Son ellas la autonomía, el
anexionismo, el reformismo, y el independentismo. En diferentes épocas, primaron unas sobre
otras. Tales tendencias, aún en nuestros días, prevalecen bajo distintos nombres.
La lucha por la autonomía en Cuba, por ejemplo, tiene una larga trayectoria. Ya en 1808
el Padre José Agustín Caballero somete una exposición a las Cortes de Cádiz proponiendo un
parlamento insular para Cuba, su Patria51. Durante el Trienio Liberal, el Padre Félix Varela
somete, como delegado de Cuba a las Cortes, un proyecto para Cuba y Puerto Rico, que no es
aceptado por ésta. Tras el regreso de Fernando VII, Varela es condenado a muerte y tiene que
exiliarse en EEUU. En 1825 se declara para Cuba el estatus de Plaza Sitiada, dando poder
absoluto a los Gobernadores. El gobierno colonial destierra, primero en el interior de Cuba y
luego en España, a José Antonio Saco, el primer gran estadista cubano, por sus trabajos en pro
del país, tanto desde la Universidad y la Sociedad Económica, como desde el periódico y la
50
Maso, Calixto. Historia de Cuba. Ediciones Universal, Miami. 1998. Moreno Fraginals, Manuel. El Ingenio.
Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1978.
51
Bizcarrondo, M. y A. Elorza. Cuba/España: El dilema autonomista 1878-98. Colibrí. Madrid. 2001. p. 22 y 23