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Este sello del Estado (“ reconocido por el Estado ”, “ mandado hacer por el Estado ”, “ comprado por el Estado ”, “ enseñado por el Estado ”) es al mismo tiempo muy requerido por el mundo del arte ( y no tanto por razones económicas sino más bien por razones de vanagloria y reconocimiento oficial ) y generosamente distribuido por instituciones que no saben a qué santo invocar para justificar su existencia ( Machaud , 2007 ).
Por supuesto que las compañías estatales sufren este destino más que cualquier otra , a menos que estas otras compañías anhelen y al fin se entreguen , ‘ gozosas ’, a este destino . Pero como bien dijeron quienes detallaron el funcionamiento de la “ industria cultural ” ( o el arte llevado al campo de la economía ), ésta solo es posible con la aprobación de las propias víctimas de este sistema . Así , esta “ benevolencia absoluta del Estado ” que incluye la parafernalia de la premiación en un gran evento en el que el bailarín podrá vestir de gala , y la gente que lo verá en la tele dirá “¡ qué bonito !”; toda esta parafernalia parecerá un gran avance en el apoyo al arte . Esto abrirá un círculo en el que la obra vendida será un gran referente en el currículum del bailarín , que le permitirá institucionalizarse o aplicar a becas , presentarse a concursos , ganarlos y retornar a la parafernalia de la premiación , lo que … Entonces , “ Toda la gente , en realidad , se ha acoplado bastante bien a este nuevo funcionamiento , sin tener , ni siquiera , el sentimiento de haberse resignado ” ( Machaud , 2007 ) y es hasta capaz de jugar en el campo de la doble moral , apoyando al Estado y no apoyando al Estado a conveniencia , cobrando por su conciencia vendida , y disfrutando de todas las comodidades de vivir de esa manera … o sea , muy feliz .
Danza y comunicación
La danza sufre de graves problemas de comunicación . Las obras no llegan realmente a transformar ninguna realidad , ni siquiera la de los bailarines mismos que como vimos , trabajan más en pos de justificar el sistema y no de transgredirlo . Transgredir , para nosotros , es la infracción de la norma social que pesa sobre la danza , que , como ya hemos visto , impone el espectáculo ‘ bonito ’ como fin . A mi modo de ver la auto reflexión es contraria a la pose intelectual . En esta pose , el artista se junta con artistas ‘ del momento ’ ( cantantes pop , personajes aclamados y televisivos ), generalmente de posiciones económicas cómodas , sino estupendas . Con ellos se genera una especie de tribu que se nutre de los elogios que se reparten entre ellos . Estos grupos ( comunes sobre todo en danza contemporánea ) comparten libros , cine y música de ‘ alto nivel ’ y sobre todo ‘ muy difícil de conseguir ’, lo que genera una especie de misticismo
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