Los omniscientes N°11, Mayo 2015 | Page 42

RESPONDIENDO A JULIA

ARCHIPIELAGOS DE LA MEMORIA

Ayer, Julia pregunto con su voz de campanitas sonando a sonrisa

-¿Abu a que jugabas cuando eras chiquita?

Y me puse a recordar para ella.

Las imágenes fueron pasando por mi mente como lentejuelas girando, de mil colores y aromas conocidos, saliendo de ese lugar opaco, de la memoria, convertidas en burbujas brillantes.

Es bueno recordar los días de infancias, que parecían eternos, transcurriendo lentamente, como esas siestas de primavera de mi Litoral, caliente e iluminado.

La luz del sol y también la luna, marcaban la igualdad que caracteriza a la planicie tranquila, dormida y silenciosa.

Nuestros días adolescentes, desafiaban su melodía monocorde, con la premura y la inquietud que llevábamos, en la piel, en cada poro en cada mejilla acalorada, por la vergüenza, la ira o la falta de experiencias.

Entre las imágenes encontré a Miriam, sus manos siempre húmedas, su piel clara, su pelo pegadito a la cara y…la sonrisa permanente llena de picardía, como Julia.

Obscuros y saltarines con la bolita de sus ojos en chispa que hablando, bailando, tentando desafiando, igual a Julia.

-¿Vamos a jugar a casa?

En un solo correteo de calles y escapadas nos recibía la altísima palma del jardín frontal de la casa llena de coquitos amarillos que nos deleitábamos, en bajar a palos y trepadas inútiles, queriendo desbastarla, pero todas las mañanas amanecía con nuevos racimos, ¡Desafiándonos!