Los omniscientes N°11, Mayo 2015 | Page 31

CUANDO CREO YO

Supongo que en la vida hay muchas cosas que no valen la pena. Supongo que haya un mínimo matiz de colores como de momentos, que merezcan nuestra lucha en el esfuerzo de insistir una y otra vez, contra el viento y la marea, o de levantarnos muchas más veces de las que caemos, aún a sabiendas que, en una filosofía casi morfológica, inherente a la realidad del cuerpo y los sucesos, caemos más veces de las que nos levantamos, verdad. Bueno pues, supongo que cuando creo yo que es momento de tirar la toalla, sea el instante de mi vida en que me quiero tanto dentro del abismo, tanto, que no voy a abandonar.

Suelo pensar, muy a menudo, que la vida es una larga excusa que tenemos los mortales para llorar. Alguna vez pensé que yo no lloraba más, porque muerto, ya no vivía, no habitaba más este orbe infame, ni respiraba flores de la primavera, bajo estos firmamentos donde destella el fuego de la guerra, no "era" más en este mundo que, alterado por una fiebre cetrina, celebra la muerte del noble y se postra, casi sacro, ante el impune y el falto de coraje en su inhabitada memoria de valores, porque nunca los tuvo, porque nunca los tendrá.

Somos una especie distinta a todas las demás creadas por la mano divina, lo que inculcan, fervorosos de fe, los creyentes... O una raza que fue mutando a través de los miles de millones de años transcurridos en el Planeta Tierra, luego del legendario estallido, venerado "Big Bang", que afirman y reconstruyen cada etapa de la ciencia, los ateos. Estupendo. Un especie distinta. Mas, una especie en extinción. Nosotros extinguimos a la ballena azul y la existencia que provoca el rose de nuestra misma especie, pero entre probos y brutos, reos y policías, matemáticos y poetas, buenos y malditos, dos caras de una misma moneda, a la que llamamos vida, en su interminable abanico de probabilidades.

Supongo que nadie se va del todo, que cuando un mortal se muere no se muere, no se muere nadie, si el alma no se va al cielo, entonces voy a pensar que cuando todo se termina es como uno lo imagina y nada más.