Los omniscientes N°11, Mayo 2015 | Page 29

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23 de abril de 2039:

Los principios fueron duros para mí; el verte día tras día en la oficina sin tener el valor o la ocasión de invitarte a cenar fueron una tortura lenta y cotidiana, y aún me hago cruces de que aceptaras la invitación de aquel hombre gris que llevaba la derrota pintada en la cara…fueron duros los principios, pero también las mitades y los finales, para qué engañarnos, si estuviera engañando a mi propio diario sería cuestión de visitar asiduamente a un psiquiatra…aquel niño tuyo lo complicó todo, aquel microbio moreno y astuto que te manejaba como quería y que me hacía sentir un extraño en nuestra propia casa. Me sentí siempre desplazado, intrusivo, un malvado que quisiera dividir para siempre el corazón de la casa…el amor no es una cosa fácil, o mejor dicho, puede ser muy fácil, llegar sin previo aviso y atravesarte, o puede necesitar ser cocinado durante veinte o veinticinco años, y ni siquiera borrar los rencores y las viejas inquinas adquiridas en la infancia…pero aún así nos queríamos, ¿no? Cuantas más estrecheces, más celos y más discusiones más nos deseábamos, será que un poquito de conflicto le viene bien a las relaciones, no sé, no soy un pensador, pero lo vi en una de esas series que me hacías tragar cuando no teníamos ganas de follar…es mi diario, y puedo ser grosero si me da la gana, no tengo que rendir cuentas ante nadie, mi diario es mío y sólo lo leerás el día que me muera, y punto, no hay más que hablar.

23 de abril de 2039:

No fue nada fácil el principio, aunque yo sabía que me lo ibas a pedir mucho antes de que te decidieras, aquella mirada tuya no dejaba nada en secreto. Si quieres saber la verdad asustaba un poco, o mejor dicho, hubiera asustado a otra mujer más timorata que yo, pero ya estaba curada de espantos, me pareciste más o menos como todos, egoísta y gentil, pero con fuego en la sangre, y perdona por el topicazo, lo habré leído en alguna parte…