Claudio tocando el acordeón y Gabriel atrás en
su batería. Fotografía original de archivo Los
Jaivas.
y se desarrolló como poeta y tiene toda una historia él.
Nos juntábamos los fines de semanas e improvisábamos,
unos leían poemas, otros pintaban, qué sé yo, hacíamos
música, y después nosotros salíamos, íbamos a tocar y
tocábamos cumbia, chachachá.
Como High Bass, a veces tocábamos un tema pero
era para nosotros no más, porque nadie se daba cuenta,
porque la gente que estaba en la fiesta mientras tocábamos, estaban todos bailando y tocábamos un tema y
pasaba de largo no más. Pero lo que nosotros hacíamos
era que en ese tema cada uno tocaba el instrumento que
menos sabía tocar. Nos cambiábamos todos los instrumentos. El Gato tocaba qué sé yo, acordeón, Eduardo
tocaba el bajo, yo tocaba batería, y tocábamos, claro que
era un tema como show, entonces sonaba y la gente bailaba, sonaba súper bien. Pasaba piola no más, pero para
nosotros era un chiste que estábamos haciendo, era un
juego, como una pillería. Bueno, después hacíamos otras
cosas. Esas chaquetas azules que teníamos, por atrás tenían un forro que era blanco con unas rayas negras para
abajo, de repente nos dábamos vuelta estas chaquetas
y quedábamos con estas chaquetas a rayas, que eran
como esas chaquetas que usaban los músicos de dixie,
en New Orleáns. Nos poníamos unos sombreros como
unas halluyas y nos poníamos a tocar un tema así dixie. Y
Gabriel que sabía tocar trompeta, agarraba una trompeta
y Gato agarraba una tuba que teníamos y nos poníamos
a tocar así, y eso pasaba entremedio, a veces la gente se
daba cuenta, otras veces no. Pero era como parte de un
show que íbamos haciendo.
Ya en el último tiempo Gabriel inventó un personaje,
que se llamaba “El Ídolo”. Salía de la batería y se ponía