la EMI Argentina y les cuentan el cuento y no se necesitó teléfono para escuchar el grito desde Buenos Aires:
“¡¿Qué?!”, “no sé cuántos miles de dólares”, “¿qué?,
pero si nunca nosotros les dimos cinco mil dólares”, “ah
no, pero y cómo, ¿no son millonarios?”, “¿millonarios?,
¿de adónde?”, “pero si ellos viven en una casa…”, “¿y
qué me importa a mí?, si nunca han tenido un peso”. Y a
los gringos se les va derritiendo el teléfono y ahí se dan
cuenta ellos la plata que habían metido y entonces tuvo
que ir de nuevo el gringo a Biarritz, pero ahora la cena no
era tan fabulosa. Fue, trató de ser bueno, pero ya todos
parece que intuíamos lo que iba a pasar. El gringo nos tenía que contar la firme ahora. Pero habían pasado como
dos meses en que fuimos Los Fantásticos.
Son bonitas las novelas de equívocos, en todo caso.
Porque todos están equivocados y meten la pata hasta el
fondo, hasta más no poder.
Así que la plata corría, y la tuvimos que pagar nosotros. Pero no así que llegó un cobrador, sino que, los
gringos son muy simples, centavo a centavo, bien, de
sus ventas, ellos se las arreglaron. De una u otra manera
lo tenemos que haber pagado. Porque ellos no iban así
como así no más. O sea, así fuera de centavo a centavo
lo íbamos a pagar, y lo pagamos. No nos dimos ni cuenta,
pero lo pagamos, no recibimos esa plata que podríamos
haber recibido, que nunca se sabe cuánto era, además
que las cuentas con ellos nunca son claras, siempre ellos
“venden re’ pocos discos”. Solamente tienes que ser
Sting más o menos para firmar un buen contrato, y ahí
todo se sabe, todo está bien, pero los otros parece que
pagamos el pato, da la impresión, aunque ellos dicen que
está todo legal, y es mejor que sea así.
Claudio, Alberto Ledo, Gato, Gabriel, Pájaro
Canzani, Eduardo y un ingeniero de la EMI en
los estudios. Fotografía original de archivo Los
Jaivas.