Los Jaivas Testimonio y Marca 1 | Page 113

y sacábamos vinos de la cave, y los vinos de la cave eran de 1920, 1910, y todavía estaban buenos. El gringo nos ofreció este mundo y el otro, todo. “Entonces ustedes van a Londres”, “claro, ¿cuándo vamos a Londres?”, “bueno, yo me voy en quince días más y ustedes van a Londres y los recibimos allá”. “Fantástico”. Llegamos a Londres. Los más grandes restaurantes hindúes. Las botellas de vino corrían, pero así como agua. Las piezas hindúes, los restaurantes de lujo. Y todos: “Necesitamos los instrumentos”. Yo andaba con un abrigo de piel y necesitábamos los instrumentos en Londres. A mí me dejaban en la sala de los teclados y yo probaba los teclados, a cada uno, el otro estaba en las baterías. En la noche íbamos a ver “Evita”, los almuerzos fabulosos, las comidas fabulosas, todo fabuloso. Hasta que hacemos la lista de los instrumentos, casi un millón de dólares, en esa época a lo mejor setecientos mil dólares. Pasamos por París, donde estaba Manduka, porque Manduka también nos había ganado París, y pasamos por la casa de Manduka de vuelta a Biarritz, y Manduka nos dice: “¿oye y dónde van a llevar todo eso? Teléfono: “aló, Geoff”, se llamaba Geoff Gibas, “Geoff”, “Eduardo is you?”, “yes, we are in Paris”, el inglés típico chileno, y “hola, claro, tú sabes que nos dimos cuenta que nos faltaba algo”, “no”, “sí, verdad”, “¿qué?, dime qué”, “es que nos falta un camión, claro, porque dónde vamos a meter el piano y todos los instrumentos”, “ah, tienes razón Eduardo. One truck”, “sí yo creo que con uno”, y anotaba en la lista: “un camión”. Lo que nadie sabía era que los gringos creían que nosotros éramos millonarios. Se equivocaron los gringos, por primera vez. Siempre nos equivocamos nosotros Alberto Ledo, Claudio, Pájaro Canzani, Gato, Gabriel y Eduardo. Fotografía original de archivo Los Jaivas.