Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 99
Ella esbozó una sonrisa y a él se le hizo un nudo en el estómago. No quería
saber por qué. Tampoco quería saber por qué el hecho de que le contara cosas de
su vida era tan importante para él. Pero le importaba.
Sería mejor que se anduviera con cuidado con esta mujer o la cosa se le iría
de las manos. Se le iría, lejos, más lejos que con cualquier otra persona. No era del
tipo de hombres que hacía esto, que se quedaba pillado. En cuanto al sexo él
siempre estaba al mando. Cualquier cosa fuera de esa esfera era demasiado
arbitraria, demasiado vulnerable para correr el riesgo, como le había enseñado su
padre. Y era la arbitrariedad la que había separado a sus padres, ¿verdad?
¿O quizá no? Empezaba a preguntárselo… pero ahora no era momento de
ahondar en la relación de sus padres. ¿Por qué divagaba tanto esta noche? Lo que
importaba ahora, esta noche, era Dylan. Y ahora mismo, lo más seguro para las
personas involucradas era que mantuviera su distancia habitual.
Tenía que centrarse, volver a un terreno más seguro, pisar suelo firme y
concentrarse en su tarea. Por suerte, la tarea misma era muy apetecible. Irresistible,
de hecho.
—¿Se te ha asentado ya la cena, Dylan? Porque es hora de ponerse en
marcha.
—¿Ya?
—Sí. Ya.
La expresión de su rostro era impagable. Veía como las distintas emociones
se asomaban a su cara: confusión, deseo, miedo, ese pequeño atisbo inicial del
subespacio. Todo sucedía a la vez. Y él lo notó como un golpe en el estómago, de lo
fuerte que era.
La adrenalina brotaba en su interior, así como la lujuria. Empezaba a notar
cómo el pene se le erguía entre las piernas. Era lo bastante fuerte para ahuyentar
los demás pensamientos, preguntas y dudas.
Estaría bien siempre y cuando no pensara en nada, si solo se esforzaba por
hacer lo suyo.
Vio cómo se mordía el labio y la carnosa piel rojiza quedaba marcada por
sus blancos dientes. Hermosa.
Ella era muy hermosa. La deseaba tanto que apenas podía reprimir las
ganas de tocarla.
Pero estaba a punto de hacerlo.
Se levantó, sostuvo la silla y la ayudó a incorporarse. Al tocarla notó que