Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 9

apliques ambarinos de las paredes que despedían un sutil fulgor dorado. Era un lugar relajante donde Dylan solía ir para tomar un té tranquila, aunque hoy estaba hecha un manojo de nervios. ¿Por qué estaba tan alterada? No era más que un hombre. Era una entrevista más. Alec le ayudó a quitarse el abrigo y le apartó la silla. Unos modales clásicos. Algo muy poco común en esta ciudad tan cosmopolita. Se quitó la chaqueta de piel y la colgó en el respaldo de la silla con un gesto relajado y seguro. Llevaba un jersey gris que le resaltaba la ancha espalda. El hombre era enorme; tenía la constitución de un jugador profesional de fútbol americano. Tenía unos rasgos muy masculinos; desde su mandíbula cuadrada hasta su cincelada barbilla, pasando por sus pómulos marcados. La boca era lo único suave que había en él y suponía un gran contraste con el resto de su rostro. No se podía ser más guapo. Dylan se movió en la silla, cogió la carta de la mesa y examinó concienzudamente la selección de tés. —¿Qué vas a tomar? —preguntó Alec. —Suelo tomar la mezcla de té verde con jazmín. Alec le hizo un gesto al camarero y antes de que ella tuviera tiempo de decir nada, él pidió por los dos. —Espero que te gusten los biscotti —le dijo, sonriente—. Son casi tan buenos como los que hacen en Roma. Hay una pequeña cafetería junto a las escalinatas de la plaza de España. En una zona tan turística no esperarías nada espectacular pero en este sitio hacen los mejores biscotti de Italia. —Hace años que no voy a Roma, pero sí recuerdo los biscotti que hacían. —Yo estuve el año pasado, de vuelta a casa después de un viaje por España en plan mochilero. —¿Viajas mucho? —Pues tan a menudo como puedo. No me gusta quedarme demasiado tiempo en un sitio aunque los plazos de entrega de los libros me tienen encerrado en casa últimamente. Y eso me pone nervioso. Hay tanto que hacer por el mundo. Dylan se inclinó hacia delante y acarició la cuchara que descansaba sobre una servilleta de papel sobre la mesa. —¿Como qué?