Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 74

Seis Dylan flotaba en ese espacio cálido y etéreo al que Alec la había llevado. Una parte muy pequeña y distante de ella no podía creer que estuviera haciendo estas cosas: permitir que la azotara y hacer que se corriera. Y que ella le pidiera que la hiciera llegar al orgasmo otra vez. Ardía en deseos de pedírselo otra vez ahora. Pero básicamente estaba demasiado abstraída para pensar en eso. Lo único en lo que podía pensar era en el delicioso tacto de sus manos, el calor que le producían en la piel. El placer la embargaba en oleadas. Los azotes. El deseo que le ardía por dentro, todo era lo mismo. Dolor y placer; quería más de ambas cosas. Sus pechos estaban comprimidos sobre sus muslos; el peso del cuerpo la presionaba contra su regazo. Su pene era un bulto duro que le rozaba el costado. Quería notarlo dentro. Quería que volviera a azotarla, más fuerte y más rápido. Quería sentarse a horcajadas encima de él y cabalgarle. Y todo eso a miles de kilómetros por hora dentro de su cabeza, que le daba vueltas del anhelo que sentía. —Alec, por favor. Él se rio y entonces le pasó una mano entre los muslos, entre los que buscó y encontró su clítoris. —Oh, sí… Él empezó a ejercer presión allí y ella arqueó la espalda. Al mismo tiempo, con la otra mano, empezó a azotarla en el culo; el azote le picaba, quemaba y luego se volvía puro placer. La sensación, junto con el latido de deseo en su sexo, se multiplicaba. Él empezó a azotarla con fuerza, golpe tras golpe; rápido y con dureza. Los dedos que se movían en su clítoris eran igual de rápidos y la frotaban con fuerza. El placer la invadió; el clímax se estaba acercando cada vez más. —Alec… Joder… Él le introdujo un pulgar y lo empujó muy dentro. —Ah… Un azote más y ella empezó a correrse; el placer era como un relámpago que la cegaba. —¡Alec! Ella empezó a subir y bajar las caderas, corriéndose sin parar. Él seguía