Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 52

—Por supuesto. No me voy a molestar en decirte que soy alguien que no soy. —Le dio un sorbo al té—. A diferencia de otras personas. —Vaya, un puñal. ¿Me lo sacas de la espalda? Él sonrió y un destello de malicia se asomó a sus ojos. —Aún no. Ya hablaremos de eso más tarde. A Dylan se le encendieron las mejillas otra vez y notó calor en la entrepierna. De repente cayó en la cuenta de que este hombre iba a tocarla muy pronto. Que la azotaría. ¿Y qué más? Cruzó las piernas debajo de la mesa, tratando de ignorar el anhelo que sentía. «Céntrate. Sigue hablando.» La charla hacía que pareciera una cita normal y corriente. Eso lo podía soportar. —Alec, cuéntame más de esas cosas de adicto a las emociones fuertes que mencionaste el otro día. Las actividades extremas. Él sonrió. —Me gusta todo lo que me dé subidón de adrenalina. Hago snowboard, paracaidismo. Creo que también te dije lo de nadar entre tiburones. Y las motos. He participado en carreras también, pero no profesionalmente. Ella se estremeció. No le gustaba nada la idea. Nunca le había gustado. —¿Dylan? ¿Qué ocurre? Ella movió la mano para quitarle importancia pero notó que se había puesto blanca. Y Quinn uno de los grandes motivos de que ella se hubiera convertido en lo que era. «Díselo y sácatelo de encima.» —Perdí… perdí a mi hermano pequeño, Quinn, en un accidente de moto. La idea de que alguien conduzca una moto me… me incomoda. —Lo siento. ¿Hace poco? —No. No. ¿Podemos cambiar de tema? Parece que has viajado mucho. —Es verdad. Me encanta el sudeste asiático, todo el hemisferio oriental. Tailandia es muy hermosa. Bali. Y el Tíbet fue una aventura aunque no muy cómoda, la verdad. Allí me tatuó un anciano usando el método antiguo. Cogen una varilla afilada de bambú y van pinchando para introducir la tinta en la piel. Hacen