Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 26

«Alec…» —Maldita sea. Entró en el dormitorio, se sentó en la elegante cama con dosel de madera oscura y edredón blanco con montones de cojines, también blancos, y se quitó las botas. Se incorporó, se desabrochó la falda y se quitó el jersey por la cabeza. El té aguardaba, olvidado, en la mesita de noche. Se vio en el gran espejo con marco de madera que había al otro extremo de la habitación. Con la ropa interior negra se veía pálida. Demasiado delgada, también, pero le encantaba hacer ejercicio. Le gustaba la sensación de libertad que le daba. Pero ahora necesitaba otro tipo de liberación. «No es más que una fantasía. Es algo inofensivo.» Pero sin dejar de mirarse al espejo se quitó el sujetador y sostuvo sus pequeños pechos con las manos. Tenía los pezones erectos; eran dos puntos rojos y oscuros, duros. Se dio un suave pellizco y gimió. ¿Cómo sería el tacto de sus manos en su cuerpo? Introdujo la mano por debajo de las braguitas, más abajo, hasta que los dedos rozaron el monte de Venus. Sintió una oleada de placer que le cortó la respiración. «Alec.» Sí, sus manos en su cuerpo, tocándola. Separando los labios de su sexo para adentrarse en su húmedo calor. Y ella estaba ya mojada por él, anhelante… Abrió un poco las piernas y vio cómo la mano se perdía entre los muslos. Pero pronto le superó. Frustrada, se bajó las braguitas negras por las piernas y las lanzó con el pie. Verse el sexo con los labios hinchados y el clítoris rosado asomando entre ellos la hizo temblar. «Alec…» Separó más las piernas y sumergió los dedos en su jugo para luego introducirse uno. Dio un grito ahogado y se mordió el labio. Toda ella era calor; las paredes internas se contrajeron alrededor de su dedo inmediatamente. Añadió un segundo, luego un tercero; necesitaba sentirse colmada. ¿Tendría la polla tan grande como el resto del cuerpo? —Ah… Gimió y se ayudó de la palma de la mano para ejercer presión en el clítoris. Empezó a frotarlo en movimientos circulares mientras introducía los dedos.