Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 180

ese tipo te está volviendo loca, ¿verdad? —Yo… No sé cómo estoy. —Pero ¿va todo bien? ¿Te sientes menos confusa que la última vez que hablamos? —Todo va bien. Porque me he reformado. —Sonrió y sorbió el vino mientras se apoyaba en la barra. —¿Reformado? —Sí. Hemos acordado que deje de pensar. Que deje de analizar todo lo que él hace y yo pienso, o he pensado alguna vez, sobre mí, las relaciones, el sexo, los hombres… —Estás de coña. —No. —Levantó la copa en un pequeño saludo y tomó otro sorbo—. Estoy oficialmente harta de luchar contra mí, Mischa. Es ridículo. —Eso te lo podría haber dicho yo —replicó Mischa con sorna. —Entonces, ¿por qué no lo has hecho? —Dylan entró en la sala de estar, dejó la copa sobre la mesita de café y se repantigó en el sofá, acurrucando sus piernas desnudas bajo su cuerpo y echando una manta pequeña y suave sobre ellas. Dijo con calma: —Ahora me doy cuenta de cuánto… daño me ha hecho todo eso. No permitir que nadie se me acercara buscando defectos en todos ellos. Porque, si escarbas lo bastante, todo el mundo tiene uno. Y yo no paro de buscarlo. En realidad, busco los defectos de cualquier hombre hasta poder crucificarlo. —Dylan, no seas tan dura contigo misma. —Eso también es parte del problema. Me machaco tanto como lo hago con los demás. —Sí, es cierto. —Pues bien, quiero dejar de hacerlo. Y Alec me está ayudando. —¿Qué ocurre en realidad, Dylan? —preguntó Mischa con voz amable. —Que por fin me estoy abriendo. Toda esta historia de juegos de poder con Alec me está abriendo. Y no me gusta todo lo que veo, pero me estoy dando cuenta de que soy… humana. —Sea como sea, te quiero, ya lo sabes. Siempre te he querido. —Lo sé. Finalmente, lo entiendo.