Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 161
Alec le dio un beso tierno en el dorso de la rodilla y aquella sensación fue
directa a su sexo. Dylan gimió.
Entonces Alec se puso en pie, con ese cuerpazo apretándole la espalda y su
erección una barra pesada de carne contra la parte superior de sus nalgas.
—Ahora abriré mi bolsa de juguetes. Pero no me moveré de aquí, quiero
que no te muevas. Estate quieta y practica la respiración que te he enseñado.
¿Entendido, Dylan?
—Sí, entendido.
Entonces él se alejó y ella aspiró profundamente por la nariz, retuvo el aire
en los pulmones durante unos segundos y luego lo sacó por la boca, intentando
relajarse. Una pequeña parte de su cerebro todavía estaba nerviosa por el miedo a
lo desconocido. Pero, en general, se sentía en sintonía con su cuerpo: sus pezones
endurecidos, su sexo húmedo, la tensión en sus músculos mientras esperaba que
todo empezara.
Alec volvía a estar detrás de ella, con las manos en su cintura. Eran grandes
y calientes sobre su piel.
«Tócame.»
Pero no se atrevía a decirlo en voz alta. A esas alturas ya sabía que él
marcaría el ritmo y que ella lo seguiría.
Él empezó a tocarla, acariciándole la piel con los dedos, poniéndole la carne
de gallina. Le acarició la espalda, los costados, las nalgas, los muslos y, tras ponerle
el pelo a un lado, la nuca. El deseo le erizaba la piel en todos los puntos que él
tocaba.
—Ah, te gusta, Dylan. Puedo notarlo. Puedo oírlo en tu respiración. ¿Estás
en el subespacio? Dime.
—Sí… Sí.
—Excelente. Buena chica.
Sintió la oleada habitual de placer al recibir su aprobación.
«Buena chica.»
«Precioso.»
—¿Estás preparada?
—Sí, estoy preparada.
—¿Y recuerdas las palabras de seguridad?