Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 129
besarla. Joder, se moría de ganas de besarla.
«No.»
Introdujo los dedos más adentro y empezó a trazar círculos con el pulgar.
—Alec… me gusta mucho… pero no creo que pueda volver a hacerlo…
—Puedes y lo harás.
Le soltó las muñecas y ella dejó los brazos tal como estaban: estirados por
encima de la cabeza. Ahora se encontraba en un estado de abandono, de entrega,
con los brazos inertes.
Le encantaba verla así, abrumada y subyugada. En sus manos.
Colocó la mano debajo de ella y mojó los dedos en su flujo. Cuando
estuvieron bien lubricados los adentró entre sus nalgas y presionó ese apretado
agujero, a sabiendas de que esto la hacía sentir también y la llevaba al subespacio,
si es que no estaba ya allí. Ahora la llevaría más allá, incluso.
—Ah… Alec.
No hacía falta que le preguntara si le gustaba: se lo veía en la cara. Tenía las
pupilas enormes, las mejillas encendidas y la respiración entrecortada.
—Más fuerte, Alec.
—Sí, eso es lo que necesito oír. Así es como necesito dártelo, Dylan.
Introdujo los dedos en su ano con más fuerza aún y empezó a bombear,
mientras con la otra mano le estimulaba el sexo y le frotaba el clítoris. Al poco ya
estaba corriéndose de nuevo, con todo el cuerpo contraído. Ella siguió mirándole
con los ojos vidriosos y fue como sumergirse en su placer.
Era increíble.
Antes de que ella terminara de correrse, él volvía a estar encima, rozándola
con su pene erecto. Esta vez, cuando ella quiso rodearle con los brazos, él no trató
de detenerla. Ni siquiera podía pensar en eso. Necesitaba estar dentro de ella,
sentirla.
Se precipitó sobre ella y por fin se lanzó a su boca. Sus labios eran tan dulces
como pensaba y su lengua se adentró en su boca probándola y saboreándola con
anhelo. El placer se le antojó como un cuchillo cuyo dulce filo notaba en el pene,
los testículos y el vientre.
La embistió con más fuerza, como si quisiera sentir dolor. Que le doliera a él
y a ella. Chocaban los huesos de la cadera de ambos pero lo necesitaba, joder.
Necesitaba sentirlo.