Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 124

—No, no, para nada. Id al piso de abajo. Seguro que le alegraréis la noche a otro hombre afortunado. Las muchachas se incorporaron y la morena le lanzó una mirada de decepción por encima del hombro mientras desfilaban por la entrada enmarcada por las cortinas. Pero ahora no podía pensar en ellas. Recogió todos los instrumentos lo más rápido que pudo, sin poner demasiada atención ni cuidado al guardar las colas del látigo al fondo de la bolsa para que no se estropearan. Tenía que irse sin más. Evitó el contacto visual al cruzar el club y salir a la calle. Por fin había dejado de llover pero el cielo seguía lleno de unos nubarrones que escondían la luna. Ojalá él también pudiera esconderse, pero tenía que enfrentarse a esto. Tenía que enfrentarse a Dylan. Tenía que hacer algo para sacársela de la cabeza, tal vez. Entró en el coche y circuló por las calles oscuras, de vuelta al viejo almacén de ladrillo de Belltown. Soltó un improperio al no encontrar sitio para aparcar enseguida pero finalmente alguien dejó libre un espacio a media manzana de su casa y pudo meterlo allí. Apagó el motor y se quedó ahí sentado un momento. No sabía qué hora era. Quizá debería llamarla primero. ¿Cuándo fue la última vez que se cuestionó sus actos de esta forma? Maldijo entre dientes antes de salir, cerró de un portazo y emprendió el camino sigilosamente hasta su edificio. Había una verja y estaba cerrada con llave, claro. Examinó los nombres en los timbres, encontró su número y llamó. Silencio. Volvió a llamar. Se pasó una mano por la barba mientras esperaba. Retrocedió un poco, levantó la vista y vio que había luz en su apartamento. —¿Sí? —oyó por el interfono. Se acercó corriendo a la verja. —Dylan. —¿Quién es? —Soy Alec. Se hizo una larga pausa y luego: —Son casi las doce de la noche. —Lo sé. Me gustaría subir.