Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 115

—Es que… —Se mordió el labio—. No lo sé. —Tengo la sensación de que tenemos que hablar. —Tú y tus sensaciones, Mischa. —Me estás cambiando de tema. —Sí. —¿Por qué? Dylan le dio un sorbo al té, inhaló su dulce aroma y dejó que la tranquilizara un poco. —Es como… si esto fuera diferente para mí. Ni siquiera sé cómo hablar de esto. —Pues empieza por contarme qué ha pasado desde la última vez que hablamos la semana pasada —le apuntó su amiga. —Alec y yo hemos hablado y hemos quedado. Me llevó a cenar, lo que me parece… algo raro, dadas las circunstancias. No es como me lo imaginaba cuando Jennifer me habló de él, para nada. Pensaba que sería un tipo hosco, maleducado y de pocas palabras y no es así. Ahora me parece ridículo haber hecho tal suposición porque no es ni siquiera lo que me esperaba después de la vez que lo conocí. Al principio me dio una impresión… no sé, puede que no estuviera cómoda conmigo misma y cómo le respondía, así que me monté una película en la cabeza sobre el tipo de persona que era. Pero la primera vez que le vi supe que era inteligente y no solo en cuanto a cultura, a lo que está en los libros, sino muy espabilado. Tiene muchas tablas. Y probablemente sea la persona más segura de sí misma que haya conocido nunca. Primero pensé que era engreído y me centré mucho en eso pero no es así, porque tiene motivos para estar tan seguro. Se quedó callada un momento y bebió un poco de té. —Tiene un aire de dureza que me atrae mucho, pero de vez en cuando demuestra algo de ternura. Y no tiene miedo de dejarlo entrever, tampoco. Cuando me contó que había perdido a su padre… me di cuenta de que eso le había hecho mucho daño y que seguía sintiendo dolor. Y, normalmente, los hombres que son tan… machos alfa, por decirlo de alguna forma, se hacen los tipos duros; pero él no es así. Es muy sofisticado en ese sentido y no es nada narcisista, como sí suelen ser los que van de machos. Eso es una muestra de inseguridad y créeme que este hombre no tiene nada de lo que estar inseguro. Le vino a la mente su rostro, sus apetecibles labios y el impresionante color azul de sus ojos. Recordó también el tacto de sus manos en la piel.