Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 105

manos permanecieron quietas. —Eres muy buena —le dijo, retrocediendo un poco para echarle una mirada evaluadora—. Estás aquí sentada, esperándome sin que te diga nada. Perfecta, como una muñeca. Estás hecha para esto, Dylan. Ya lo sabía yo. Ella apenas podía asimilar lo que le decía. No quería pensar en lo que le estaba pasando. Simplemente quería hacerlo y listos. Él se arrodilló en el suelo frente a ella, le separó las piernas y se colocó entre ellas. Dylan notaba la dureza de sus vaqueros en las pantorrillas. —Échate un poco hacia atrás pero apóyate sobre los codos. Ella hizo lo que le pedía. —Bien. Quédate justo así. Quiero que me mires. No cierres los ojos, ¿me oyes? —Sí. El deseo era como lava fundida que se le filtraba por las extremidades y las venas. Y cuando él usó las dos manos para separarle los labios, se notó empapada. —Ábrete para mí, sí, así. Le separó más las piernas hasta que se mostró complemente abierta a él. Se sintió lasciva y hermosa. —Esta es mi parte preferida del cuerpo de una mujer —le confió en voz baja mientras empleaba los dedos en masajear los pliegues hinchados—. Algunos dicen que se parece a una flor, a una orquídea. Estoy de acuerdo: es igual de dulce y preciosa, además de increíblemente suave. Mientras le miraba, Alec levantó una mano, se introdujo dos dedos en la boca y los succionó. Ella gimió. Apenas podía estarse quieta. —Mmmmm, ¿te gusta? —Sí —susurró ella en un hilo de voz puesto que casi no podía hablar. Él sonrió y usó esos mismos dedos para tantear los labios de su sexo. Frotó la abertura y ella pensó que perdería la cabeza si no la penetraba pronto. El placer le provocaba dolor, incluso; el clítoris le ardía de las ganas. —Por favor, Alec… —¿Tienes ganas de correrte? —¡Sí!