Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 98

están comiendo en la parte de atrás. —Espero que tú me ayudes a averiguarlo. —Kara cogió el platito, tratando de organizar sus pensamientos—. Es… complicado. Creo que en parte es por lo que pasó con Jake. Al menos una pequeña parte lo es. Pero, en su mayoría es por lo que está pasando ahora entre Dante y yo. —Hizo una pausa para beber un poco de té. Lucie aguardaba sin decir nada, dándole tiempo para que pensara bien lo que iba a decirle—. Está bien. Tengo que contarte algo sobre… la dinámica que hay entre nosotros. No es una relación normal y corriente. Dante es… dominante sexual. Y juntos hemos estado haciendo… cosas bastante fuertes que hacen que todo sea más intenso. —Ah. —¿Eso es todo? ¿«Ah»? —Kara, cariño, ya no somos vírgenes. Y a mí me va algo fuertecito de vez en cuando. —Nunca me lo habías dicho. —Sin embargo, no le sorprendía del todo. Lucie era una mujer que emanaba sexo por los poros. Su amiga se encogió de hombros. —Nunca ha salido en la conversación. Te lo cuento ahora para que entiendas que no debes preocuparte, que no te juzgaré. —Bueno, eso me ayuda. Me preocupaba un poco contarte esto. Debería de haberlo sabido. —No te culpo por ser precavida, aunque se trate de mí. No pasa nada. Kara le dio un mordisco a su bocadillo, tratando de pensar por dónde empezar. Habían pasado muchas cosas en las últimas semanas. Tragó y dejó el platillo en la mesa. —Pues… —empezó— las últimas semanas han sido fantásticas. El sexo es increíble. Me ha enseñado muchas cosas; vertientes de mí misma que no sabía que estaban ahí. He tenido anhelos que nunca antes había explorado y, como he estado haciendo estas cosas con él, me he abierto de una forma que no esperaba. Esto es bueno, sí, pero también me da un poco de miedo y no sé exactamente por qué. —¿Es muy exigente? ¿Tal vez te pide que hagas cosas que no quieres hacer? —No, nunca haría nada parecido. Es completamente responsable y consciente de lo que hace. Siempre está controlando la situación. Eso es lo único que no me ha permitido hacer por primera vez en mi vida: tener el control. Cuando nos metemos en esos papeles, me trata como si… como si fuera una joya. Se le encendieron las mejillas por confesarlo en voz alta y por recordar sentirse querida y valorada. ¿Por qué de repente le entraban ganas de llorar? —Así es como debería ser —le dijo Lucie con una mirada algo más tierna—. Y entonces, ¿qué pasa? —Quizá me pase algo a mí —contestó ella. Se notaba un nudo en la garganta que le