Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 71

—Es cierto. Tarde por la noche o a primera hora de la mañana. No sé por qué. Me gustan esas horas tranquilas, el ambiente que se respira. A veces, me levanto temprano, a eso de las cinco de la madrugada, y salgo en moto. Y me voy… hacia cualquier sitio. Generalmente solo, pero a veces consigo convencer a Alec para que me acompañe. —¿Los dos tenéis moto? —Es una de las cosas que nos unió. Además de las perversiones. —Sonrió—. Salvo que él tiene un gusto deplorable con las motos. Yo soy de BMW y él tiene esa rara afición por las Ducati. Pero, por lo demás, es un tipo genial. Hemos viajado a muchos sitios juntos, hemos cruzado todo el país. Me ha hecho cometer algunas locuras. Pero me gusta que saque eso de mí. Y no hay mucha otra gente capaz de acompañarme a tirarme de acantilados en México. —Creo que suena emocionante. —¿De verdad? —preguntó él. —Sí, totalmente. Siempre he querido hacer algo así. Algo que sea un auténtico reto para mí. ¿Qué más? —preguntó ella—. Cuéntame qué más te interesa. —¿Me exiges cosas, Kara? —le dijo con tono de burla. Sabía que lo decía de broma por el brillo en sus ojos y la leve sonrisa que curvaba las comisuras de su boca—. ¿Intentas cambiar el equilibrio de poderes? ¿Por qué aquello le había hecho ruborizarse? Y reír. —¿Acaso sería malo? —Mientras quede claro que siempre volverá a mí. —Oh, no te preocupes. Ni por un instante lo dudaría. Había vuelto a exhibir una sonrisa de oreja a oreja, con los hoyuelos acentuando la sensualidad masculina de su boca. Se moría de ganas de que estuvieran a solas, de que él la volviera a besar. ¿Había sido esa misma mañana? Casi se había olvidado de que estaba enfadada con él y que pensaba que ya no se podían seguir viendo. No podía esperar. No se lo podía imaginar sin volver a sentir su contacto. Dante farfulló en voz baja cuando su móvil sonó. —Mierda. Tengo que cogerlo. —Se llevó el móvil a la oreja—. Dante al aparato… Hola, Ruby… ¿Qué?… No, no lo he olvidado. Ahora mismo vuelvo. Dame quince minutos. Colgó y le dijo a Kara: —Lo había olvidado. Es que estando contigo me despisto. No es que me moleste, pero tengo una reunión con Ed Tate para repasar los casos que me va a dar. Y ya me han avisado de que seguramente será una noche larga. Lo que me hace pensar que tendremos que esperar para estar juntos. Y ya tengo ocupada la noche de mañana. —Ya, claro. No le gustó la enorme ola de decepción que dejó entrever. «Solo es un tío más. Solo sexo.»