Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 49

Notó cómo crecía el placer al oír el tono de su voz. Al saber que estaba haciendo lo que él quería. Lo que él le exigía. —Enseguida dejaré que te corras —dijo él. —Oh, por favor… Le metió los dedos en la vagina y el jabón convirtió su contacto en algo insoportablemente resbaladizo mientas él subía y bajaba la mano. Cada vez más rápido. —¡Dante! —Aguanta, Kara. —Dios… Continuó frotando con la mano enjabonada, enviando olas de placer a través de su cuerpo, atravesándola. Era increíble lo punzante que resultaba el placer a diferencia de la suavidad de sus dedos enjabonados. El clímax de ella era como un muro de placer a punto de desplomársele encima. —Dante, por favor. Por favor… —suplicaba ella. —Casi, preciosa. Deslizaba sus dedos una y otra vez sobre su botoncito, duro por el placer. De repente, se detuvo. Respiró una vez, después dos, y entonces lo pellizcó con fuerza. —¡Oh! —Duele, ¿verdad, Kara? —Sí —contestó ella con un jadeo. —¿Qué más? —preguntó él, otra vez con tono autoritario. —Sienta… tan bien… La pellizcó más fuerte, al tiempo que tiraba de él. —Oh, Dios, Dante. No puedo… —Coge aire, Kara. Ella lo hizo y retuvo el aire vaporoso dentro de los pulmones, con el cuerpo preparado, algo dolorido. —Y ahora, Kara, córrete para mí. Dante volvió a deslizar los dedos de esa forma fantástica y ella se corrió en cuanto él le dijo que podía hacerlo. Fue como si una luz blanca la atravesara y la penetrara dejándola sorprendida. Kara gritó mientras caía y él la recogió en sus brazos. Todavía se corría entre temblores y espasmos. Los dedos de Dante continuaban palpando entre sus muslos. Él le susurró al oído. —Buena chica. Mi preciosa chica. Bien, Kara. Cuando ella dejó de temblar tan fuerte, se dio cuenta de que estaba sentada en su regazo sobre el suelo de la ducha. Tenía los brazos fuertemente apretados alrededor