Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 28

hicieron que su ex, Jake, saliera por piernas. El mismo que le dijo que estaba loca, que era una lunática. Pero, bueno, él era lo último en lo que quería pensar en ese momento. Dante añadió en voz baja: —Lo que quiero hacer de verdad es azotarte. —¡Oh! —Ahora sí te he escandalizado. —No. No es eso. —¿Y entonces? —Es que… eso es lo que siempre he querido. Lo que deseaba. Notó cómo Dante sentía un escalofrío y se quedaba callado un buen rato antes de proseguir: —Pues esto va a ser buenísimo. Te lo prometo, Kara. Fue ella quien tembló entonces, pero del deseo. Se notaba completamente empapada. Deseosa y obnubilada. Y eso que aún no había ocurrido. Pero estaba a punto de ocurrir. Dante la observaba detenidamente, pero lo único que veía en ella, que le notaba, era un deseo puro y descarnado. Su cuerpo ardía bajo el suyo: sus pechos y la curva de su vientre. Tenía el sexo húmedo; a punto para acogerle. No había estado tan empalmado en la vida. Quería que se corriera de nuevo. Una vez tras otra. Nada le excitaba más que ver a una mujer llegando al orgasmo y sentir esas pulsaciones en su interior. Oír los gemidos y los llantos de placer. Y aún más si se trataba de ella. «Kara.» Tal vez fuera por los años que pasó encaprichado de ella. No lo sabía. Ahora le resultaba demasiado difícil pensar en eso, con ella al lado. No, ahora tenía que tocarla, probar su piel, introducirse en ella y follársela hasta que gritara… Bajó la mano hasta su sexo y la hizo gemir. Estaba tan mojada que no podía soportarlo. Y, ay, el aroma de su flujo… «Otra vez.» Sí, conseguiría que se corriera otra vez. Se abrió paso en su cuerpo, separándole los muslos con las manos. Ella se dejó hacer, no opuso resistencia ni trató de controlar nada. Perfecto. Se detuvo frente a su sexo expuesto y la miró bajo la tenue luz nebulosa de la luna que se filtraba entre las plateadas nubes junto con el leve fulgor dorado de las farolas. Llevaba el pubis depilado salvo por una delgada franja, que era exactamente como a él le gustaba. Estaba prácticamente desnuda; una gran tentación. Y cuando le separó los carnosos labios rosados con los dedos alcanzó a ver la resplandeciente carne en su interior.