Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 137

Trece Dante redujo la velocidad y se detuvo delante del edificio de Kara. No sabía por qué no la había llevado a su casa. No era por el hecho de haber hecho el amor porque él no se cansaba del sexo y menos aún con ella. Nunca se cansaría de ella, de estar con ella… Tal vez fuera ese el porqué. Estaba demasiado fascinado. Demasiado obsesionado. Y compartir mesa con Alec y Dylan le había hecho recapacitar, verles a los dos juntos, ver cómo se miraban y qué sentía al observarles. Su felicidad. El modo en que una pequeña parte de él echaba eso de menos por primera vez. Era hora de quitárselo de la cabeza. —Gracias por la cena —dijo Kara mientras cogía el abrigo y el maletín. —De nada. —Me ha gustado conocer a Alec y Dylan. Parecen muy simpáticos. Él asintió. —Lo son. Kara se quedó callada un momento, mirándole. Se mordió el labio. —¿Dante? ¿Va… va todo bien? —Pues claro. ¿Por qué lo preguntas? —No quería parecer tan tranquilo, tan despreocupado y frío, pero notaba que volvía a levantar un muro, como de hormigón. —Sé que no teníamos previsto vernos esta noche, pero es… —Kara hizo una pausa y se encogió de hombros—. Bueno, solemos pasar el fin de semana juntos y… No pasa nada. No es importante. —Sacudió la cabeza, se giró y fue a abrir la puerta del coche. Él le cogió la mano. —Kara. Ella se dio la vuelta. Bajo la tenue luz de las farolas le brillaban los ojos, que habían adquirido un tono dorado apagado. Las largas pestañas le enmarcaban la mirada. Estaba confundida. No la culpaba; no le había dado ningún motivo para dejarla en su casa un viernes por la noche. Él tampoco estaba seguro. —No te vayas —dijo él en voz baja. —¿Qué quieres decir? Me… me has traído a casa y me imaginaba… —Lo sé —la interrumpió—. Es que… no sé en qué estaba pensando. Vuelve a casa conmigo. Ella volvió a morderse el labio; los dientes le habían dejado marcas en su carnoso labio inferior. —Creo… que es mejor que me quede en casa esta noche.