Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 135

—¿Qué? Sí, claro. —Espero que no te moleste que te lo diga, porque nos acabamos de conocer, pero creo que estás un poco pálida. Y algo nerviosa. —Solo estoy un poco… —Sacudió la cabeza—. Ni siquiera se me ocurre una excusa —añadió con una sonrisa—. Y ahora me muero de vergüenza. —¿Es por Dante? Kara negó con la cabeza, apesadumbrada. Pero luego tuvo que asentir. Claro que era por Dante, pero no conocía a la mujer que tenía delante, esa mujer que era la novia del mejor amigo de Dante. —Mira, tal vez no debería meter la nariz en este asunto, pero tengo que decírtelo: nunca he visto a Dante mirar a nadie del modo como te mira a ti. —¿Qué quieres decir? Dylan se mordió el labio. —Tampoco es que lo haya visto con muchas mujeres, pero sí he coincidido con él algunas veces y suele ser bastante reservado. Pero tú… Te mira con ojos de cachorrillo. —Qué va. —Que sí. —Sus ojos grises brillaban y una sonrisa se asomó a su rostro—. El tío está colado. —¿Qué? No, estoy segura de que no está… colado. —Se pasó una mano por el pelo —. Solo estamos… saliendo. Bueno, más o menos. —Eso es lo que suele hacer, pero estoy segura de que eso ya lo sabes. Porque… ¿lo sabes, no? —Sí, claro. Dante ha sido muy sincero acerca de las relaciones y salir con mujeres. —Mierda, lo siento. He dicho demasiado. No me incumbe. —No pasa nada —repuso ella, y lo decía en serio. Estaba siendo muy simpática con ella. Dylan sonrió y se inclinó sobre el lavabo para lavarse las manos. —Tengo una vena fisgona. Lo siento mucho, Kara. —No pasa nada. Y ha sido un detalle que me acompañaras para asegurarte de que estuviera bien. Se secó las manos. —Me vuelvo ya a la mesa, así te dejo un momento a solas. Kara le sonrió, aliviada de que supiera que necesitaba recobrar un poco la compostura. —Gracias. Dylan asintió y se marchó. Se miró en el reflejo del espejo. Tenía unos ojos enormes y las mejillas todavía un