Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 130
podía soportarlo. Sus mejillas, encendidas, y sus labios, rojos. El olor a clímax
femenino de antes.
Contuvo la respiración y el orgasmo, y alargó la mano para pellizcarle el clítoris.
—¡Ay, Dante!
Y entonces ella volvió a correrse. Y él con ella; su sexo le apretaba y era ya
demasiado difícil de aguantar.
—Kara… ¡Joder!
Llegó al orgasmo con tanta fuerza que temblaba. Una oleada de placer fluía en su
interior y en su pecho… ¿qué había?
No podía pensar. Estaba algo aturdido por la sensación y por notar a Kara
derrumbándose entre sus brazos.
Acababa de pasarle algo a él, pero no sabía qué era. Con Kara siempre le pasaba
algo nuevo. Con las experiencias que vivían juntos y sus… sentimientos hacia ella.
La abrazó y la atrajo hacia sí; notaba su calidez y su respiración entrecortada en el
pecho. Era una sensación muy agradable aun habiéndose corrido ya. Le pareció que era
lo mejor que le había pasado nunca en la vida.
Y en cuanto al sexo había algo… No, no era por el sexo. Era increíble y los
mantenía unidos, sí, pero en parte era maravilloso por lo que les pasaba a ambos entre
sesión y sesión.
La cabeza le daba vueltas. Quería averiguar qué le pasaba porque había algo nuevo
y raro que le costaba comprender. Lo único que sabía era que se sentía bien al estar
con ella.
«De momento, colega.»
Sí, de momento. Y durante el trayecto que aún les quedaba por recorrer.
¿Alguna vez había pensado en una mujer en esos términos?
¿Había estado con alguien con quien se planteara algo que durara más de una
semana? ¿O un mes, ya puestos?
Había intentado mantener una relación algunas veces, pero no le había funcionado.
No había ido bien porque no había pensado en un futuro juntos. Sus planes no iban más
allá de una escapada de fin de semana preparada con varios días de antelación. O una
velada en el Pleasure Dome.
Tenía treinta y un años; tal vez ya fuera el momento, incluso para él.
—¿Dante?
—¿Mhhh? Lo siento. No sé en qué estaba pensando. ¿Estás incómoda, cielo?
¿Quieres moverte un poco?
—No estoy muy cómoda, pero no quiero moverme.
Kara le rodeó el cuello con los brazos y él notó algo en el pecho.
—Oye, ¿quieres que vayamos a cenar? —le preguntó. No estaba listo para llevarla
de vuelta a su casa.