Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 109

volvió a azotarla y a acariciarla, y luego volvió a darle otro cachete. La dualidad de sensaciones lo hacía todo más intenso. Kara se aferró a los reposabrazos acolchados. La mirada del joven era casi abrumadora. Dante presionó aún más con los dedos. —Joder, estás empapada, preciosa —le dijo—. Y te encanta que te mire, ¿verdad? Te gusta que te azote y sentirte vulnerable. A mí también me gusta. Disfruto viéndote así y teniendo público. Compartir con los demás lo hermosa que estás así, sometida y embargada por el deseo. Se estremeció al oír esas palabras y detectar el placer en su tono. La volvió a azotar una y otra vez, marcando un ritmo rápido. Siguió introduciéndole los dedos y a ella la abrumó la mezcla de deseo y dolor. Las sensaciones se sucedían y se aunaban hasta que solo fueron una: necesidad. Algo puro y primario. El placer aumentaba, superponiéndose al dolor. Le vibraban la cabeza y el cuerpo entero. El punzante calor de los azotes de Dante se mezclaba con sus apremiantes dedos. Se notaba el sexo hinchado y se frotó contra el banco de piel; no podía evitarlo. Frotó hasta que sintió la presión suficiente en el clítoris. Llegó al orgasmo, gritando y sintiendo como si estallara en mil pedazos. Él siguió azotándola y penetrándola con los dedos. Su sexo era como un guante cada vez más ceñido; cada vez necesitaba más. Y el joven seguía mirándola fijamente, haciendo que el clímax siguiera de una forma inexpl