Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 98

—Tienes unas fotografías excelentes —comentó al tiempo que señalaba un conjunto de impresiones de arquitectura que había en una pared encima del sofá de color crema y sus cojines brocados. —Gracias —dijo Kara—. Llevo años coleccionando. Por cierto, chicas, ¿os va bien si comemos cuando llegue Lucie? Me muero de hambre. Mischa, hemos pedido comida china. Dylan me ha dicho que te encanta el curry, así que hemos pedido fideos con pollo y gambas para ti. Y… demasiado de todo. Espero que tengas hambre. —Pues un poco —contestó ella, aunque no era del todo cierto. Apenas había podido comer en todo el día. Solo había bebido té y mordisqueado unas tostadas. Intentaba no preguntarse por qué Connor había pasado por alto el hecho de que debía salir de la ciudad hasta esta misma mañana. Hasta el día después de tener el mejor sexo de su vida. «Fue más que eso, más que el mejor sexo. Hubo una conversación que le llegó al alma sobre cosas que solamente le había confiado a Dylan.» Sonó el timbre y Kara hizo pasar a Lucie. La rubia bajita abrazó a todo el mundo, incluida Mischa. Era toda dulzura. Le cayó bien en cuanto la conoció en la fiesta previa a la boda. En la misma fiesta donde había conocido a Connor. ¿Por qué todo acababa volviendo a él? —Ya he sacado la comida así que ¡a cenar! —dijo Dylan, acompañándolas a la zona de comedor en un extremo del apartamento. Había varias cajitas blancas dispuestas en el centro de una mesa enorme que parecía hecha de madera reciclada. Cada comensal tenía ya en su lado platos de una vajilla italiana en tonos azul terracota y amarillo. Tomaron asiento mientras Kara les llenaba los vasos de agua. —También tengo cerveza Tsingao en honor a estas delicias chinas o sake, si os apetece. O puedo hacer té si lo preferís. —Creo que necesito alcohol para superar todo esto —dijo Dylan con un breve suspiro. —No te preocupes —repuso Lucie para tranquilizarla—, todo irá bien. Lo único que hay que ultimar es la música y el menú. ¿Habéis decidido si vais a escribir vuestros votos? Dylan gruñó, y se apartó los abundantes rizos pelirrojos de la cara con ambas manos. —Me había olvidado de los votos por completo. —Por suerte, me he traído los libros. —¿Qué libros? —preguntó Mischa. Lucie se volvió para sacar varios ejemplares de una bolsa grande que estaba colgada en el respaldo de su silla y los amontonó sobre la mesa. —Tengo libros con lecturas y ceremonias de boda. Los compré cuando empecé a hacer pasteles de boda. Las bodas pueden ser apabullantes y a la gente a veces se le olvidan los detalles. —Ah, no digas eso —dijo Dylan—. Kara, creo que necesito esa cerveza. —Marchando. ¿Lucie? ¿Mischa? —¿Una cerveza? Sí, suena genial —contestó Mischa. —Pues a mí también —coincidió Lucie—. Espera que te ayudo. Kara se fue a la cocina y Lucie la siguió para ayudarla a traer las bebidas. Dylan se apoyó en la mesa y le pre