Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 86
de una persona a otra.
—Es un símbolo de poder, que es el significado más obvio ya que soy dominante. Pero también son
guardianes.
—¿De qué necesitas que te protejan, Connor?
Era una pregunta sencilla formulada con inocencia pero, a pesar de todo, se le hizo un nudo en el
estómago.
—De mí mismo, tal vez. —Calló un momento para valorar cuánto quería contar. Mischa se
mantuvo en silencio mientras seguía trabajando en el tatuaje, dándole tiempo para pensar—. Si te
remontas a los orígenes griegos de la palabra «dragón», también puede significar «veo con claridad»,
que es algo que trato de hacer. Algo que necesito hacer. Pasé mis primeros años viviendo una vida
algo borrosa. Metí la pata hasta el fondo, porque no sabía ver más allá de mi rabia.
—Pero llegaste al punto de decidir que querías cambiar todo eso.
—Llegué al punto de tener que hacerlo o mi vida no podría cambiar. Necesitaba hacerlo.
Mischa intentaba asimilar lo que le estaba diciendo y dejó que la idea le revoloteara por la cabeza
mientras trabajaba. Era un hombre complejo. Por el tono parecía que hubiera pasado por mucho.
Mucho más de lo que decía, al menos.
—Me alegro de que esto tenga un significado simbólico para ti —le dijo ella—. No me gusta hacer
tatuajes sin sentido a personas que los quieren solo porque quedan bien. Creo que los símbolos son
importantes. —Hizo una pausa, pensando en la simbología de hacerle este tatuaje—. Me parece
simbólico que soportes así el dolor… que lo sientas, porque te lo noto. Y, a pesar de todo, no eres
menos dominante porque te hayas sentado voluntariamente aquí para sufrir este dolor.
—Hay cierta fuerza en esto de soportar el dolor, seas dominante, sumiso o ninguno de los dos. No
obstante, entiendo a lo que te refieres. ¿También sientes como si intercambiáramos los papeles porque
eres tú la que inflige el dolor?
—Tal vez. —Se quedó callada un rato—. Aunque lo hago siguiendo tus órdenes, como si me
dirigieras de alguna tarea.
Entonces le tocó a él quedarse callado un momento; estaba pensativo. No se oía nada más en el piso
salvo el zumbido de la aguja sobre su piel.
—¿Quieres que te dé tareas? —le preguntó, al final.
—¿Como limpiar el suelo con un cepillo de dientes o informándote de lo que como? ¿Como si
fuera tu esclava? No… eso no es para mí. A pesar de los extremos a los que he llegado cuando
estamos metidos en el papel… no. Nunca llegaré a ese nivel. —Se echó hacia atrás y miró su trabajo
al tiempo que le limpiaba el exceso de tinta con una toallita de papel. El tatuaje quedaría precioso;
posiblemente sería una de sus mejores obras… en una espalda increíblemente musculada. Incluso
ahora, por muy centrada que estuviera creando arte en su piel, no podía evitar apreciar su increíble
figura. Se notaba la excitación en el sexo; la boca se le hacía agua—. Pero si quieres decirme cómo
quieres que te chupe la polla para que te guste más, adelante.
Él echó la espalda hacia atrás un poco, estiró los brazos y vio cómo se le movían los músculos.
—¿Has terminado?
—Podemos hacer un descanso —dijo ella.
Él se dio la vuelta para mirarla; sus ojos brillaban con lujuria y alegría a partes iguales. Le dijo:
—Parece que disfrutas cuando te doy órdenes, Mischa. Cuando estoy al mand