Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 60

atrapaba las motas doradas, haciendo que centellearan. Mischa se sentía preciosa, más de lo que jamás se había sentido en su vida. Se sentía orgullosa de su cuerpo voluptuoso, de su desnudez. El aspecto que debía tener, atada con cadenas, con el cuerpo desplegado y los brazos encima de la cabeza completamente abiertos. —Ahora todo el mundo te mira, incluso yo. Apenas puedo soportar apartar la mirada para buscar en mi bolsa, pero lo voy a hacer. Para encontrar mis herramientas, sacarlas para utilizarlas. Quiero que te estés muy quietecita mientras lo hago. Que respires tal y como te he enseñado. Que cierres los ojos y te metas en tu cabeza. Venga, ciérralos ya. Le acarició los párpados con suavidad para que los cerrara. Ella hizo lo que él le ordenaba, cogiendo mucho aire en loss pulmones, sacándolo, concentrándose en la sensación de las muñecas y tobillos en las esposas. En la sensación de estar atada. Se sentía tranquila de una forma fría, a sabiendas de que Connor estaba allí. Se oyó un fuerte chasquido, una ráfaga de aire en su espalda, y se sobresaltó, rio, sabiendo al instante que él quería llamar su atención. Se colocó detrás de ella, puso la mano alrededor de su nuca. Connor tenía la cara al lado de la suya. —Ah, te gusta, ¿verdad? Te gustará todavía más cuando lo utilice contigo. No tenía la menor idea de lo qué tenía él en la mano: látigo, azote o látigo con nueve correas. Pero se sentía preparada para cualquier cosa. Lo quería. ¿Alguna vez había deseado algo tanto en su vida? Creía que no. En ese momento, apenas podía pensar en nada que no fuera el momento. Su desnudez, estar en el club. Estar allí con Connor. Las cosas preciosas y malvadas que él le haría aquella noche. No quería cuestionar su necesidad, el anhelo que prácticamente era un aroma palpable en el aire. El anhelo de Connor. Que él la tocara. Que le diera placer. Que le provocara dolor. Para hacer lo que quisiera. Se dio cuenta de forma algo distante de que aquello era lo que quería decir entregarse a él. Y ahora lo estaba haciendo, sin hacer preguntas. Ya tendría todo el tiempo del mundo para hacer preguntas. Pero, de momento, lo único que importaba era ella, Connor y lo que crearían juntos allí. Ni siquiera pudo pensar por un instante lo fugaz que podía ser para ellos el estar juntos.