Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 45

No dejó de mirarla mientras bajaba la mano hasta sus muslos. Le introdujo tres dedos en el sexo mojado y con el pulgar empezó a frotarle el clítoris. Se llevó la otra mano a la boca, se chupó un dedo y se lo sacó. Ella sabía lo que iba a hacer con él pero, a pesar de eso, fue como una sorpresa cuando lo introdujo por el ano. Ella gimió, jadeante. —¿Bien? —quiso saber. —¡Joder, sí! —Entonces córrete para mí. Córrete a gusto, cariño. El placer se apoderó de ella y todo su ser: su clítoris, su vagina, su ano. Todo se fundía; era una sobrecarga de sensaciones y su cuerpo enloqueció con fogonazos de un calor que la consumía y la aturdía a partes iguales. Gritaba y se retorcía sin cesar. Y él seguía mirándola fijamente, tanto que a ella se le antojó que entraba en sus ojos verdes como el mar. —¡Connor! —Estoy aquí contigo, cariño. No te dejaré sola hasta que termines. Y así lo hizo; se quedó a su lado, introduciéndole los dedos con los que le masajeaba el clítoris y trabajaba su trasero. Siguió mirándola con unos ojos que se oscurecían por momentos. Mischa no estaba segura de si realmente había terminado cuando él sacó los dedos, se bajó la bragueta de los vaqueros y se puso un preservativo en el pene erecto. —No puedo aguantar ni un minuto más; tengo que follarte —murmuró. Entonces se colocó encima de ella y le colocó las piernas alrededor de su cintura. Notaba la rigidez de la tela vaquera en los muslos, pero no le importaba. Le asía el cabello mientras él le introducía la punta. La tenía tan grande como siempre, pero estaba tan mojada que lo acogió en una sola embestida. —Joder, Mischa… La penetró con fuerza mientras la acariciaba por todo el cuerpo, le pellizcaba las nalgas y le apretaba las carnes. Le dolía, pero a la v ^