Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 114

entretendrá muchísimo. Tú también deberías sentir un subidón de endorfinas. Entonces, allá vamos. Se arrodilló frente a ella y le cogió un pecho, cuya piel masajeó un poco primero con la mano. Era increíble ver cómo se le endurecía el pezón. Entonces usó los dedos para pellizcarle un poco la piel de debajo del pecho y le prendió una pinza. En cuanto dejó de tocarla, la atravesó el dolor. —¡Oh! Él sonrió. —Sí, es sorprendente, ¿verdad? No dejes de respirar. Venga, puedes hacerlo. Inspira. Ella obedeció y siguió sus instrucciones mientras la ayudaba a respirar con regularidad. El dolor era intenso, así como el placer cuando las endorfinas empezaron a inundarle el cerebro y el cuerpo entero. Cuando le prendió una segunda pinza, recordó que tenía que respirar. Seguía doliendo. Esta le trajo una oleada de deseo todavía mayor. Se sabía completamente empapada. Era muy consciente de todo. De la sensación de las medias de rejilla en la piel bajo los muslos. Del liguero alrededor de las caderas. De los zapatos de tacón de aguja que llevaba puestos. Era increíblemente consciente de todo, incluido —o, quizá, sobre todo— Connor. Su olor a tierra y a lluvia. El ritmo de su respiración, que se entrecortaba un poco al mismo tiempo que la suya cuando le colocaba una pinza. El calor de sus manos mientras le pellizcaba otro pliegue de piel y le prendía la pinza. Cuando tuvo unas cuatro o cinco —había perdido ya la cuenta—, él fue a por el otro pecho. L B