Literatura BDSM Diosa ( Juan Abreu ) | Page 92

Juan Abreu Diosa una ciudad, una virgen sodomizada por un toro. Soy una mariposa nocturna fascinada por la luz, un insecto bisexual que se autofecunda. Soy el coloso del cuadro de Goya dominando el horizonte, una amazona que doblega a su amante. Soy el delicadísimo brote de una planta, húmedo de savia, que emerge del tronco helado al arribar la primavera. La sangre se agolpa en mi cabeza y ante mí se despliega un océano rojo, insondable. Entro. Desde donde cuelgo puedo ver un hiratakuwagata. Tiene el tamaño de un hombre. La atmósfera del salón se espesa hasta parecer gelatina. Sangre coagulada. Semen rojo. Las patas poderosas, el caparazón resplandeciente, acogedor como el hogar. Abre y cierra las tenazas. Llega hasta mí, me cubre. Concluida la cena, los invitados regresan. Forman nuevamente un círculo a mi alrededor. Maestro Yuko hace que las Sumisas me descuelguen. Con sumo cuidado, como si yo fuera de fragilísimo cristal, depositan mi cuerpo sobre la tarima mojada. Amo Yuko afloja las amarras. Intento, arrastrándome, besarle los pies, pero no puedo moverme. Mis miembros no obedecen. Como si llevaran siglos en desuso. Millones de agujas horadan cada centímetro de piel. Cuando los bramantes liberan mi lengua, dejo caer la cabeza, aplasto el rostro contra la madera y, con movimiento agónico, busco con la lengua el líquido escupido. Lo encuentro: es una especie de almíbar, de miel transparente. Cada vez que las manos de Maestro Yuko rozan mi anatomía, me estremezco de placer. ¡Qué pequeña soy, qué insignificante, cómo me disuelvo a la sombra de su poder, cómo toco la felicidad con las manos! Soy como Alicia, la niña del cuento, que cae por un túnel de sombras hacia un mundo maravilloso e iluminado. Pero en vez de seguir a un conejo, voy detrás de un coleóptero descomunal. Ojalá el contacto durara un poco más. ¡Que dure un instante más, que dure un instante más! Suplico en silencio. Cuando Maestro termina de moverse a mi alrededor, estoy nuevamente atada. Con cuerdas más suaves, de factura menos áspera. Reptiles amorosos y austeros. Esta vez, soy una mesa. No Página 92