Literatura BDSM Diosa ( Juan Abreu ) | Page 52

Juan Abreu Diosa De: [email protected] Para: [email protected] Enviado: Sábado, diciembre 7, 2002, 18:10 Maestro, me abruman sus palabras. ¿De veras me ve así? Claro, si no, no lo diría. Como siempre, Maestro Yuko tiene razón. Siento dentro de mí que lo sucio es limpio. Y una fuerza sublime (¿amoral?... ¿o es sencillamente una moral verdadera?) me impulsa a seguir adelante. Disculpe mi torpeza al explicarme. Quiero obedecer a mi Maestro. Quiero sentir sus manos sobre mi piel. Debo decir que Amo resulta de gran ayuda en mi empeño. Tiene la extraña facultad de saber lo que necesito, en ocasiones antes de que yo misma lo descubra. Por regla general, cuando plantea un nuevo juego siempre es exactamente el que anhelo y no me atrevo a pedir. Maestro, estos días han sido intensos. Muy instructivos. Gracias a usted. Gracias a usted me atrevo a todo. Ahora veo el mundo a través de sus ojos. Amo me disfrazó de chacha (sucedió hace algún tiempo; ahora ya puedo contárselo). Así uniformada, quité el polvo, fregué la bañera y el inodoro, y restregué el piso a cuatro patas. Al principio me resultó muy chocante. Bochornoso, ridículo. Sobre todo cuando Amo hizo que contemplara mi imagen uniformada en el espejo. ¡Qué humillación! Pero duró sólo un momento. Cuando me apliqué a obedecer, la verdad es que disfruté muchísimo. Maestro, tenga en cuenta que estas actividades eran para mí absolutamente nuevas. Nunca he realizado semejantes tareas. Excepto cuando era niña y jugaba con mis amigas a ser ama de casa. Maestro, no sé cómo será para otras Sumisas y Amos, pero para nosotros una sesión siempre es un preámbulo. El preludio del acto Página 52