Juan Abreu
Diosa
De: [email protected]
Para: [email protected]
Enviado: Sábado, diciembre 7, 2002, 13:35
Laura, tu fantasía tiene la belleza de lo genuino, de lo natural
en la cúspide de la lujuria. Sabía que tu alma era capaz de
semejantes desnudamientos y los esperaba.
Gracias.
Hace mucho tiempo que no conocía a una persona tan
candorosa. De una virginidad tan auténtica. Ese candor y esa
virginidad deben unirse a la alegría de la humillación, a la
depravación, para formar la materia de la que surgirá tu nuevo ser.
Ya está sucediendo.
Maestro Yuko está orgulloso de tenerte como alumna.
Te prohibiré algo: no vuelvas a hablar de inmundicia ni suciedad
al referirte a tu persona. Eres un ave inmaculada, una sacerdotisa que
busca la pureza original en las cloacas de su naturaleza (una hazaña
que muy pocos se atreven a acometer). Y esa pureza no se ve
afectada porque te atrevas a comportarte y sentirte como una cerda,
una perra o una puta. Todo lo contrario. Si no eres capaz de ser una
cerda, una perra, una puta, si no eres capaz de ser extremadamente
sucia, jamás podrás alcanzar la pureza. Como un ave impoluta, como
una sacerdotisa virginal, así te ve tu Maestro al mirar a su alrededor y
constatar la inmundicia de la sociedad y la vida contemporánea.
He comenzado a dibujar otra vez. No en mi mente, sobre papel
de arroz. Los pinceles fluyen, por el momento, torpemente. Pero
mejorará. Es cuestión de reencontrar las manos que pintaban. Ahora
están extraviadas. Dibujo la obra en la que convertiré tu cuerpo, la
obra que serás. Por ahora, eres manchas, brillos que asoman, arcos
que se tensan, humedades que se resisten. Bosquejadas timideces.
La lluvia es infantil, me traslada a un mundo donde tristeza y
dicha se confunden, y el tiempo es una especie de animal dócil y
dorado.
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