Literatura BDSM Diosa ( Juan Abreu ) | Page 47

Juan Abreu Diosa De: [email protected] Para: [email protected] Enviado: Jueves, diciembre 5, 2 002, 1:26 Querido Maestro, le contaré cosas que jamás le he contado a nadie. A nadie. ¿Por qué? No quiero que mi Maestro ignore nada de mí. Nada. Tengo fantasías que incursionan en territorios que apenas entiendo. Deseos de los que me siento culpable, que me atormentan. Espero que compartirlos con mi Maestro contribuya a destruir esas culpas y esos tormentos. Que compartirlos me ayude a conquistar ese espacio que menciona, Maestro, donde todo se convierte en natural, donde todo es inocente. Es muy tarde, Amo duerme apaciblemente. Llevo horas leyendo, y a ratos, inmóvil frente a la pantalla del ordenador, acumulando resolución para escribir las palabras que necesito escribir. La jornada de trabajo ha sido engorrosa. Llamadas telefónicas interminables, inacabables conversaciones con gente estúpida, con gente arrogante, con gente empalagosa, con gente domesticada. El día, largo, aburrido y gris. ¿Vio cómo la niebla ocultaba Montjuïc? Hoy es uno de esos días cuya superficie parece el decorado de un teatro. ¿Sabe a lo que me refiero, Maestro? Uno de esos días en los que siento el impulso de hurgar con las uñas en el aire y ver en qué consiste la verdadera realidad, detrás. La lluvia me pone melancólica, sentimental. Ya lo habrá notado. ¿Qué efectos tiene en usted? A mí me convierte en una niña falta de cariño. Una niña necesitada de que la abracen. Y quizás, también, de que la castiguen un poco. La madrugada es oscura y esponjosa y más allá de las ventanas del estudio luce inhóspita, como si estuviera formada por millones de diminutas, agresivas cosas; pero sé que en algún punto, está usted. Eso reconforta, da valor, Maestro. ¿Duerme? ¿Medita? ¿Acaso se divierte con sus amigos? ¿Dibuja en su insomnio la obra de arte en la que pretende convertirme? Del otro lado del cristal las ramas de un chopo dejan caer sus Página 47