Literatura BDSM Diosa ( Juan Abreu ) | Page 14

Juan Abreu Diosa En el fondo, es un gran, espléndido juego. Todo comenzó de manera casual, como parece que comienzan muchas cosas importantes. Conversaba con Rodrigo acerca de la sumisión y la entrega. De los posibles límites del castigo, el dolor, la degradación, en el contexto de una relación sexual. Charla propiciada por unas imágenes vistas en Internet. Imágenes que me sobrecogieron y excitaron. Y hablo de u na excitación diferente a cualquiera que sintiera antes. Chicas japonesas atadas, zurradas, humilladas y expuestas. Chicas colgando del techo como víctimas atrapadas en hermosas telarañas de hilo de cáñamo. Utilizadas a manera de adornos. Como parte de una decoración. Rostros que se iluminan al caer cera ardiente sobre los pechos o el vientre de sus dueñas. Cuerdas trenzadas, piernas amoratadas, rostros convulsos, miradas implorantes, bocas ansiosas, bocas babeantes, miradas borrosas, miradas sumergidas en un mundo desconocido, desconcertante. El vídeo de una atractiva chica a la que propinaban una tremenda paliza nos conmocionó especialmente. Un anciano oriental, robusto, cuyo rostro exhibía una serenidad cautivadora, colocaba a la joven sobre sus piernas, las nalgas blanquísimas, nalgas de leche fresca, ofrecidas; de inmediato procedía a pegarle con una especie de raqueta de madera. Alternaba el castigo con delicadas caricias en la zona afectada. La chica trataba de no chillar, pero terminaba quejándose a gritos y llorando a moco tendido. Al concluir la golpiza, el Amo, con suma ternura, la ataba de forma que quedaba absolutamente inmovilizada, y ponía la polla al alcance de su boca a manera de premio. No por mucho tiempo, sólo un momento. A su juicio, la chica no merecía más. Los ojos de la joven relucían de puro agradecimiento. ¿Agradecimiento? Ese detalle me anonadó. Charlas como las que siguieron a la visión de las fotos y el vídeo nos sirven como calentamiento previo a intensas sesiones de amor. Prefiero decir amor, no sexo, porque con Rodrigo el sexo, no importa lo brutal o poco convencional que sea, es siempre amor. No era la primera vez que el tema nos atraía. Habíamos incursionado en ese territorio durante meses. Ligeros azotes, mientras follábamos, algún bofetón no muy fuerte. Yo los disfrutaba, pero luego me invadían arrolladores sentimientos de culpa. Curioseando en Internet, encontramos dedicadas a relaciones de dominio y sumisión. páginas de esta clase terminan cediendo a cierta artificial, peliculera y pornográfica. Que aburre Página 14 algunas páginas Casi siempre, las estética sadomaso y puede resultar