LIBRO DE ENOC - EDICIÓN ESPECIAL El libro de Enoc | Page 135

EL LIBRO DE ENOC Capítulo 106 Pasado un tiempo tomé yo, Enoc, una mujer para Matusalén mi hijo y ella le parió un hijo a quien puso por nombre Lamec diciendo: «Ciertamente ha sido humillada la justicia hasta este día». Cuando llegó a la madurez tomó Matusalén para él una mujer y ella quedó embarazada de él y le dio a luz un hijo. (Gn 5:25,28) Cuando el niño nació su carne era más blanca que la nieve más roja que la rosa, su pelo era blanco como la lana pura, espeso y brillante. Cuando abrió los ojos iluminó toda la casa como el sol y toda la casa estuvo resplandeciente. Entonces el niño se levantó de las manos de la partera, abrió la boca y le habló al Señor de justicia. El temor se apoderó de su padre Lamec y huyó y fue hasta donde su padre Matusalén. Le dijo: «He puesto en el mundo un hijo diferente, no es como los hombres sino que parece un hijo de los ángeles del cielo, su naturaleza es diferente, no es como nosotros; sus ojos son como los rayos del sol y su rostro es esplendoroso. "Me parece que no fue engendrado por mí sino por los ángeles y temo que se realice un prodigio durante su vida. «Ahora, padre mío, te suplico y te imploro que vayas a lado de Enoc nuestro padre y conozcas con él la verdad, ya que su residencia está con los ángeles». Así pues cuando Matusalén hubo oído las palabras de su hijo, vino hacia mí en los confines de la tierra, porque se había enterado que yo estaba allí; gritó y oí su voz; fui a él y le dije: «Heme aquí hijo mío ¿por qué has venido hacia mí?». Me dijo: «He venido hacia ti debido a una gran inquietud y a causa de una visión a la que me he acercado. 135