RAFAELA MARÍA, LIBRE PARA AMAR, ADORAR, REPARAR Y SERVIR
Rafaela María, al mirar a su interior,
fue descubriendo que se sentía cada vez
más LIBRE para comprometerse, cuanto
más dejaba a Dios hacer en ella. Es decir,
la voluntad de Dios era para ella la
LIBERTAD
MÁS
GRANDE.
La
percepción a nivel intelectual y sensible del
amor de Dios y su manifestación en tantas
circunstancias y expresiones, la seguridad
de que Dios la quería y que le pedía una
correspondencia libre a ese amor, hacen
que Rafaela María responda convirtiendo
en realidad la voluntad de Dios sobre ella:
Si Dios me quiere así, todo lo que venga de
Él será lo mejor para mí y para los que
están a mi alrededor. Y así decide: “He de
hacer de mi vida un continuo acto de amor”.
Y el amor se convierte en el compromiso
diario. Amar es comprometerse con el
otro, mirar más allá de uno mismo para
descubrir qué necesita el que está a mi lado
o la que está lejos y actuar para resolver la
situación y darle la vuelta. Su compromiso
se concreta en animar a todas las
Hermanas que lo pasan mal o le piden
consejo, en tomar para sí el trabajo más
duro y evitar que otra lo haga, en ser
compasiva con las personas que no eran
amables con ella o la trataban mal…
Y ese amor de Dios ella lo descubrió
en la Presencia del Señor en la Eucaristía.
Puede decirse que toda su vida fue un
bucear en el “mar sin fondo” de ese amor
de
Cristo
-verdadero
“Dios-con-