Los trastornos alimenticios son un problema muy común hoy día. La anorexia y bulimia se pueden encontrar en todas las edades y géneros, pero, en los últimos años el incremento de casos en los adolescentes ha sido muy notorio. El miedo a sufrir obesidad y no cumplir con el estándar de belleza ha llevado a jovencitas desde hacer dietas extremas, dejarse morir de inanición, vomitar e incluso purgarse para bajar de peso. Su daño y disgusto por ellas mismas, a veces no es notorio, pero cuando lo es, ocasionan una preocupación muy grande hacia la familia y amigos cercanos de la persona que padece y muchos de ellos no saben cómo ayudarlos. Por ejemplo, una fuente nos cuenta su historia, “Cuando tenía 17 años fue cuando empecé a prestar atención en la complexión delgada de una de mis amigas, como hacia un tiempo que no nos veíamos pensé que estaba llendo al gimnasio regularmente, lo tome como normal y me alegre porque ella siempre decía que quería tener un cuerpo para presumir. No fue hasta que un día note una foto que subió en sus redes sociales, se veía sumamente delgada, no era como la última vez. Mi grupo de amigas y yo hablamos con ella sobre eso, nos dijo que había dejado de comer algunas comidas y que algunas veces vomitaba lo que comía. A pesar de todo lo que le dijimos que lo que hacía no es bueno para ella, no nos escucho. Realmente no sé cómo ayudarla”
Aunque estos dos trastornos son muy malos para nosotros, el otro extremo de la balanza, la obesidad, tampoco es algo que tengamos que tomarlo a la ligera. Lo mejor para nuestro estado de salud es estar en el medio de esta balanza.
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¿El estrés es más fuerte que el alcohol?
Los cambios en el cerebro de un adolescente provocan una alteración en regiones relacionadas con la sensibilidad y la dopamina. Como resultado de estas alteraciones los adolescentes se vuelven más susceptibles al estrés dando lugar al consumo de alcohol y ya que ellos no sienten el efecto del alcohol por estas alteraciones, necesitan consumir más para sentirlo.
Cuando somos pequeños nuestras formas de ver los problemas siempre son buenos o malos, blancos o negros, nunca tenemos algo intermediario o gris. Todo esto cambia en la adolescencia, ya que desarrollamos una manera de pensar abstracta y gracias a ella vemos el gris de la vida. Gracias a el psicólogo Jean Piaget sabemos que en la adolescencia nos encontramos en la etapa de operaciones formales, donde somos capaces de emplear el pensamiento lógico, mejor conocido como el silogismo.