LABORATORIOS DE HUMANIDAD n.3 - Diciembre 2017 | Page 25
Cuando vi ayer el Castillo de Bran lo primero que
sentí fue emoción. Un cosquilleo de emoción recorría
toda mi espina dorsal pidiendo que entrará.
Me sentia como un niño queriendo visitar todos los
puntos del castillo y hacer fotos para que mi familia
viviese lo mismo que yo cuando las viese en casa.
Cuando estaba en Aldaia no
tenia muchas ganas de ver el
castillo porque pensaba que no
sería muy bonito y habría hecho
4 horas de autobus para nada,
pero no lo fue. Sentí mucha
satisfación al acabar de verlo
porque si que había ido y había
superado mis expectativas
con creces.
Pero también me sentí mal por
no haber querido ir.
En resumidas cuentas me
encantó y fue una sensación
única el poder visitarlo.
Víctor Cabrera