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La Falsificación de la Realidad
Las organizaciones judías internacionales (con un centro director que es el eje
israelí-norteamericano -que funciona con la metodología del ex PCUS- y
delegaciones dependientes) coexistió y sobrevivió a la guerra fría. Su objetivo
principal, la supervivencia nacional del Estado de Israel, lo logró a través de tres
movimientos simultáneos: participando activamente en la guerra fría contra el
enemigo comunista a través de guerras de baja intensidad en distintas partes
del mundo; imponiéndose en guerras convencionales dentro de la propia región,
y articulando la actividad de las "delegaciones nacionales" con el objeto de que
ellas se constituyan en organizaciones subalternas y disciplinadas de un gran
ejército al servicio de la supervivencia del Estado judío.
La supervivencia del Estado de Israel hubiese sido un hecho imposible e
impensable sin la activísima participación que han tenido, desde la fundación
de ese Estado en 1948, las principales delegaciones "nacionales" del sionismo
internacional. Cuanto más importante era la comunidad judía inmigrante (o de
origen inmigrante) instalada en un país determinado, tanto mayor era la
importancia
militar
que
el
sionismo
le
adjudicaba
a
esa
delegación/destacamento. Es dentro de esta lógica inexorable que muchas
personas de origen judío pero que no se manifiestan como judíos, quedan
prisioneras de un proyecto que le es ajeno en la mayoría de los casos,
individualmente considerados. Son las organizaciones "delegadas" designadas
por el judeo-sionismo las que lo representan institucionalmente. Así, las
comunidades judías juegan un papel militar y paramilitar de primera magnitud
en todos y en cada uno de los combates entablados por el Estado judío contra
sus enemigos regionales (mundo árabe-musulmán), contra sus enemigos
globales (ex URSS) y, ahora, en el conflicto civil interior.