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Norberto Ceresole
Naturalmente, la actual estructura ideológica del llamado "Ejército Argentino"
no resistió los embates de las organizaciones judías. Cedió, como es su
costumbre, en toda la línea, incluso en el campo de la "producción doctrinaria",
que hoy está en manos de un intelectual judío de bajo nivel académico y sin
ninguna experiencia positiva en el campo del pensamiento militar.
La globalización de los conflictos es uno de los elementos fundacionales de la
actual etapa del sistema internacional. Es evidente que la lucha contra las
tendencias globalizadoras en defensa de la autonomía nacional es una
estrategia que no debe quedar limitada al campo económico-financiero.
En ese sentido, la hipótesis es que el origen de los atentados es exterior
respecto de la Argentina y está localizado no tanto en el llamado conflicto del
Medio Oriente. El origen de los atentados está localizado más bien en los
esfuerzos globalizantes que se realizan desde el Oriente Medio hacia el Asia
Central a fin de extender un conflicto mundial intercivilizaciones: una futura
guerra mundial.
El nacional-judaísmo y el social-sionismo son la expresión de un mismo
proyecto globalizante (como objetivo final) pero están profundamente
diferenciados entre sí por una concepción antagónica respecto de la metodología
a implementar para su consecución. El proyecto social-sionista fue claramente
expresado por el propio Shimon Pérez en un famoso libro editado en momentos
en que promediaba el desarrollo del llamado "Plan de Paz". El Estado de Israel
debería crear un espacio geopolítico sin conflictos en Oriente Medio, y ponerse a
la cabeza de un "mercado común" regional dentro del cual sus instituciones
actuarían de "vanguardia tecnológica y económica". El proyecto social-sionista
exigía y presuponía un "espacio de paz" bajo el control judío, pero con cierta
participación marginal de Estados y comunidades árabes.
El proyecto nacional-judío actualmente vigente pretende consolidar un "espacio
pacificado" bajo control israelí siguiendo el "modelo" de los actuales campos de
concentración en donde hoy viven los palestinos en Palestina. La expulsión de
las poblaciones "árabes" del Eretz Israel es absolutamente vital y prioritario, y
para ello se deben emplear medios militares. Quedaría así constituido un
espacio económico en el cual las poblaciones originarias estarían totalmente
excluidas de todo tipo de decisiones, un espacio verticalmente jerarquizado en
lo político, lo racial y lo tecnológico.
La lucha entre esas dos concepciones, que tiene un vital componente religioso,
es la que origina todos los conflictos violentos que estallan dentro del espacio
judío. La confrontación de ambas concepciones será un hecho decisivo y
posiblemente fatal para la continuidad histórica del Estado de Israel, según la
visión social-sionista originaria, y según, asimismo, la visión religiosa
tradicionalista, opuesta desde siempre a los proyectos terrenales del sionismo.
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