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La Falsificación de la Realidad
europea de treinta años que se salda con la victoria de un "nuevo orden
mundial" que esclaviza por igual a todos los pueblos del planeta (Ver: Epílogo).
Tanto la "Historia Negra de España" como el "Mito del Holocausto" y el
subsiguiente de la "Liberación", tienen muy poco que ver, en tanto
construcciones ideológicas ex post factum, con las respectivas realidades que
intentan representar o expresar en términos simbólicos esas tres
interpretaciones historiográficas ya caducas. Estamos hablando de Mitos y no
de realidades. Esos tres Mitos constituyen, en un sentido estricto del concepto,
sacralizaciones, esto es, situaciones reales sacadas de contexto y llevadas al
absoluto. Los hechos reales que esos Mitos, esas grandes sustituciones-
falsificaciones de la realidad- pretenden representar, pueden ser hasta
moralmente condenables aislados de su contexto, pero dado que ocurrieron en
un tiempo histórico y no sobrenatural, son explicables a partir de la utilización
de los elementos elaborados por las ciencias sociales y, más específicamente,
por la ciencia histórica. Son explicables a partir del análisis histórico racional.
Rechazamos la Historia Negra de España en tanto y en cuanto constituye la
sacralización negativa de la historia de España. Rechazamos el Mito del
Holocausto en tanto y en cuanto constituye la sacralización negativa de la
historia contemporánea de Alemania. Rechazamos el Mito de la "Liberación"
porque origina un orden mundial devastador. En definitiva, negamos las
sacralizaciones construidas para satisfacer fines eminentemente políticos
generados mucho después de producidos los hechos.
Como sostiene el historiador alemán profesor Ernst Nolte, el pensamiento
científico no puede callar por más tiempo. No existe el "crimen único" ni el "mal
absoluto", como pretenden los mitófilos de cualquier signo. Ello significa que
otra Europa y otro Occidente pueden ser construidos libres de la tutela del
terrorismo judío. El principio más elemental de la ciencia sostiene que todos los
fenómenos humanos guardan relación con otros fenómenos humanos. Todos
ellos deben comprenderse a partir de esas relaciones. El principio más
elemental de la ciencia sostiene que en el estudio de esas relaciones deben
excluirse todas las reacciones emocionales, incluidas las religiosas, por muy
legítimas o poderosas que ellas sean. "El pensamiento científico sostiene que el
acto más inhumano es siempre 'humano' en el sentido antropológico; que el
'absoluto' de postulados y máximas morales, como por ejemplo: 'no matarás', no
es tocado por la determinación histórica, en el sentido que desde los principios
de la historia hasta el presente la matanza de hombres por hombres, la
explotación de hombres por hombres, han sido realidades permanentes; que el
historiador no debe ser un mero moralista... El absoluto, o sencillamente lo
singular en la historia sería un 'numinosum', al que sólo debería uno acercarse
en actitud religiosa, pero no con criterios científicos".
La tarea del pensador es analizar las conexiones de los procesos históricos y
sociales. Debe preservarse de las críticas de los que quieren confrontar el "mal
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