La Falsificación de la Realidad La Falsificación de la Realidad | Page 352

La Falsificación de la Realidad tiempo. De allí surge una exigencia básica para el mundo musulmán contemporáneo: ligar más estrechamente al Islam con la histórica y sistemática exclusión-explotación-destrucción sufrida por la "raza árabe-persa inferior". El Islam reúne muchos elementos para convertirse en el núcleo cultural de un proceso de liberación (de la raza árabe y otras etnias musulmanas contiguas, como la persa y la turca), respecto del hecho judío más trascendente de toda la historia: el espacio geopolítico actualmente dominado por el Estado de Israel. Pero carece de la fractura teológica que existe entre el cristianismo tradicional y el judaísmo: la figura mesiánica de Jesucristo. Las palabras de Jesús constituyen una ruptura total con la tradición judía. El misterio de Jesús no debe ser considerado como una tentativa de reformar el judaísmo desde una supuesta secta judía (la de los cristianos): Jesús aporta un elemento absolutamente diferente que no puede ser reconciliado con el judaísmo. Jesús revela un Dios que es esencialmente distinto a Yahvé, al Dios nacional judío que nos muestra el Antiguo Testamento. El hijo de Dios y la Virgen María han sido y volverán a ser la frontera infranqueable entre judaísmo y cristianismo. El espacio islámico es una de las pocas realidades geopolíticas con capacidad potencial para disputarle al imperialismo occidental judeo-cristiano el control sobre los destinos del mundo. Y veo en determinadas interpretaciones del Islam, como la del chiísmo, un sistema de pensamientos y de sentimientos muy cercanos al catolicismo popular, hoy abandonados por la jerarquía de la Iglesia Romana. El "llanto por Hussein" es algo conmovedor para cualquier católico que quiera vivir al lado de su pueblo, en contacto con sus hermanos oprimidos y humillados. El chiísmo expresa un sentimiento trágico de la vida muy cercano al sentido del sacrifico de Cristo, y al ejemplo heroico del Che Guevara, que no fue, en ese sentido, un simple mártir laico. Por c ierto que la categorización de la raza árabe, y de otras musulmanas, como "inferior", coincide con el colonialismo, es decir, con el ciclo de expansión del capitalismo. El rol jugado por el judaísmo desde los orígenes del capitalismo finaliza en la construcción del Estado de Israel, que se fundamenta no sólo en ser la expresión regional más elocuente de la globalización del capitalismo, sino en la convicción de que existe no sólo una superioridad religiosa sino, además, una superioridad racial. En este punto coincido totalmente con Bruno Étienne: "Israel, contrariamente a lo que dicen los árabes, no es simplemente un hecho colonial clásico, reducible a los casos de Argelia y de África del Sur. Tampoco me parece que Israel sea un peón del imperialismo norteamericano. El Estado hebreo es todo eso a la vez, pero con una dimensión mesiánica, escatológica, ligada a una historia y a unos lugares particulares. Los árabes no pueden a la vez conducir la lucha antiimperialista e ignorar la dimensión metafísica de Jerusalén. Pues muy a 352